Se veía venir. Se sabía. Se palpaba en un Štadión Tehelné pole que iba a sufrir con su equipo pero a disfrutar de lo lindo con uno de los equipos que mejor juegan al fútbol a día de hoy. La única duda, pues, iba a ser la magnitud de la goleada, que dependía del nivel de inspiración del Manchester City – que estrenaba camiseta, por un lado, y de la capacidad de resistencia del Slovan Bratislava, por el otro.

Fuente