La contundencia con la que el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha ratificado que está dispuesto a cumplir con su palabra y a regresar a Cataluña para acudir a un debate de investidura en el Parlament, ha encendido todas las alarmas policiales. «Mi obligación es ir al Parlament si hay debate de investidura. Yo debo estar ahí y solo un golpe de Estado podrá impedirme estar», espetó el pasado 27 de julio en un acto en Els Banys i Palaldà (Francia), una intención que subrayó el pasado sábado, a través de una carta publicada en las redes sociales en la que asumía que su vuelta implicaría previsiblemente su detención.

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