La lluvia de recursos contra el concurso para transformar el monumento franquista de Cuelgamuros en un “centro de reinterpretación histórico, artístico y paisajístico” ha entorpecido el proceso al generar dudas entre varios de los estudios de arquitectura que preveían participar con sus propuestas. Según fuentes del ministerio de Vivienda, han sido numerosas las consultas de posibles concursantes interesándose en el efecto de recursos contractuales, como el presentado por Abogados Cristianos y otros sectores que vinculan con la “ultraderecha”. Principalmente de estudios de fuera de España, por lo que se ha optado por extender dos semanas más el plazo para la presentación de ofertas, hasta finales de este mes.
Para “compensar el decalaje” que haya podido provocar esta situación, justifican las mismas fuentes, pendientes de que se levanten las medidas cautelares decretadas por el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales. A falta de confirmarse este paso, desde el ministerio insisten en que viabilidad del concurso está garantizada, como así se habría trasladado a los interesados, sin afectación ni a la presentación de propuestas ni a la licitación.
En el departamento que liderada Isabel Rodríguez se refieren a una estrategia coordinada de sectores “nostálgicos del franquismo” con el fin de retrasar la licitación, después de la cual el proyecto ya no tendrá vuelta atrás. La ampliación del plazo responde también a las peticiones en esta línea realizadas a través de la plataforma de contratación. Sin embargo, confían en mantener los plazos y dar a conocer el ganador del concurso, entre los diez finalistas, el próximo mes de septiembre. Para la posterior redacción del proyecto de ejecución se darán otros ocho meses y la licitación de las obras está prevista para finales de 2026.
El proyecto tendrá un coste total superior a los 30 millones de euros. Según los pliegos del concurso, se “persigue la transformación del conjunto en un lugar de memoria, reconocimiento, conmemoración y homenaje, en consonancia con los principios de memoria democrática y de la mano de los Derechos Humanos y de la Justicia Universal”. Las propuestas deben incluir un total de cuatro proyectos de resignificación del conjunto monumental: diseño y construcción de un centro de interpretación, musealización, propuesta de restauración y adecuación arquitectónica de los elementos del conjunto monumental que vayan a ser utilizados. El espejo en el que se mira el Gobierno es el Monumento al Holocausto de Berlín y memoriales como el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá o el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile.
Para garantizarse el control del proceso en una fase en la que todavía no se ha cambiado el marco jurídico del espacio, el Ejecutivo cerró un convenio el pasado mes de mayo con la fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos para que la congregación benedictina que gestiona el recinto preste la colaboración técnica necesaria. El compromiso alcanzado con la Santa Sede el pasado mes de marzo pasa por no expulsar a los monjes, que seguirán celebrando misas en la capilla, además de no intervenir los signos litúrgicos y religiosos, como la capilla y la gran cruz.
“Relato inclusivo y respetuoso”
Desde la Iglesia habían manifestado dudas en las últimas semanas al exigir que se resolviesen “cuestiones previas” no matizadas en el concurso. Con todo, el jurado que decidirá sobre la elección del proyecto contará con un miembro de la Iglesia. Concretamente, el delegado de liturgia del Arzobispado de Madrid, Daniel Alberto Escobar.
En las propias bases se incide en “la asimilación de los elementos monumentales y de gran impacto perceptivo, la integración en el conjunto arquitectónico y el respeto hacia el patrimonio construido y natural existente”. También se pide garantizar “la sensibilidad, el respeto y la innovación, con un enfoque inclusivo y homologable a los proyectos de resignificación semejantes más avanzados a nivel europeo e internacional”, además de valorarse “la incorporación de soluciones novedosas y alejadas de planteamientos conmemorativos tradicionales ya superados”.
El museo de nueva construcción se ubicará en la explanada de acceso a la basílica, con la opción de que pueda ser subterráneo o semisoterrado. La resignificación busca definir una pauta conceptual, artística, arquitectónica y paisajística del conjunto, como elemento articulador de todas las actuaciones. Finalmente, la musealización se basa en completar el proceso de transformación con “un relato inclusivo, respetuoso y acorde con los valores democráticos actuales que se extenderá desde el centro de interpretación hasta el interior de la basílica”.