El restaurante En Boga, de València, se sumó el jueves pasado al histórico de ganadores del Concurs Internacional de Fideuà de Gandia i Gastronomia. El certamen es uno de los más veteranos de España, y desde que se puso en marcha, en 1975, sólo dejó de celebrarse un año, en 2020, debido a la pandemia de coronavirus. Así pues, en este 2025 se ha cumplido la quincuagésima edición.
Sobre el origen de la Fideuà de Gandia mejor no entrar, porque en los últimos años la han reivindicado varios «padres». La leyenda más extendida, y está bien que así se mantenga, es que nació alrededor de 1930 en la barca Santa Isabel, cuando unos pescadores del Grau quisieron cocinar una paella pero a falta de arroz experimentaron con otros ingredientes como fideos y caldo de pescado.
Y en cuanto al concurso es complicado hacer una historia, porque apenas hay nada publicado en este sentido, más allá de las crónicas periodísticas de cada año. Precisamente con motivo del 50 aniversario la asociación organizadora del certamen ha encargado un libro al escritor Joan Iborra, quien adelanta que estará estructurado en tres partes; una sobre el evento propiamente dicho, otra con artículos de colaboradores externos, con temas diversos, desde los fideos en la Gandia medieval hasta sus propiedades nutricionales, y un tercer bloque donde prestigiosos cocineros que han pasado por el concurso y que incluso lo han ganado explican su manera de elaborar la Fideuà.
El concurso nació para promocionar un plato que ya era muy popular, que se guisaba en las casas en los años 50 y que la burguesía de Gandia iba a probar al Grau, a establecimientos como Casa Paco, el hotel Europa o «La Pastaora».
El «Sindicato local de hostelería y actividades turísticas», el vertical de la época, vio en la Fideuà un instrumento de difusión y convocó el primer Concurso Nacional de Fideuà, que se celebró en el hotel Bayren el 20 de junio de 1975.
Los concursantes tenían que presentar de forma obligatoria la Fideuà y además un plato de libre creación. En los años ochenta este último era un bufé que solía mostrarse de manera barroca y recargada, sobre espejos o retablos. A principios de los años 90 desaparecieron estos platos y se introdujo el de un postre con la naranja como base o ingrediente principal.
En cuanto a su carácter internacional, la primera promoción del concurso se hizo en 1978 en Monterrey (México) y después, en julio de 1983 en un hotel de Bérgamo (Italia). En el país azteca tuvo un papel destacado como embajadora de la Fideuà la periodista mexicana Lulú Pedraza, fallecida este abril a los 75 años. Durante muchos años italianos y mexicanos fueron la cuota internacional del concurso. En la última década se han incorporado más países de Centroamérica e incluso Japón.
El concurso ha logrado fijar la receta auténtica de la Fideuà y que se añada el topónimo «de Gandia». Aunque siempre estará el debate sobre si fideo gordo o fino, al menos ya hay un cierto consenso sobre sus ingredientes.
De elitista a popular
En Gandia este concurso siempre se ha considerado un evento social que abre la temporada estival, donde, además de los cocineros participantes, cada año ha reunido a destacadas personalidades. Sin embargo, ha ido evolucionando desde un acontecimiento más elitista al que se accedía por exclusiva invitación a otro más popular, incluso dando opción al turista a entrar y a degustar Fideuà. El hotel Bayren ha sido la sede donde más ediciones se han celebrado. En una época sin tantas academias de hostelería como ahora, la cocina del Bayren estaba considerada una escuela y por sus fogones pasaron verdaderos maestros.
En las primeras ediciones se acordó que cada concursante prepararía una Fideuà de cuatro raciones en su propio restaurante o uno asignado, que valoraba el jurado y servidas a sus miembros por falleras vestidas con el traje típico. Tras ello los cocineros regresaban a sus cocinas y preparaban otra de 20 raciones destinada a servirse en un almuerzo, al que acudía la florinata de la sociedad y la política, y además en plena Transición. Los premios se entregaban por la noche, en un evento de gala donde había que acudir vestido de etiqueta.
Una imagen del concurso de este año. / Natxo Francés
A partir del año 2000, con la creación de una asociación organizadora y una subvención mayor del ayuntamiento, se apostó por sacar el concurso del Bayren (aunque este ha seguido vinculado, prestando el salón para el postre de naranja o la cena previa) y celebrarlo en el Moll dels Borja, abierto al público y con los tinglados del puerto como fondo.
En definitiva, los organizadores han ido haciendo cambios y probando, unas veces con más acierto, otras con menos. La última idea, este año, ha sido cocinar el plato, por primera vez, a última hora de la tarde (21 horas) en el Moll dels Borja, y celebrar la entrega de premios ya entrada la noche. En principio esto ha gustado, porque alivia el calor del mediodía y ha habido más afluencia de gente.
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