413 capítulos. Si algo ha marcado el pasado de Arahuetes, es la grabación de la serie más longeva de la televisión nacional. Cuéntame cómo pasó habitó las calles del municipio entre 2001 y 2022 y las vidas de Antonio, Merche, Carlos, Inés, Pablo, María y Herminia cambiaron la esencia de esta aldea segoviana para siempre. Hace algo más de un año que las luces se apagaron y la ficción llegó a su fin con Carlos regresando a Sagrillas por petición de su abuela. Ahora, aún con resaca emocional, es una de sus vecinas quien lucha por sacar adelante un proyecto que conmemore el impacto que la producción tuvo en el lugar. “Hay que sacarlo a flote como sea”, comienza diciendo Eusebia González, dueña de dos viviendas rurales que heredó de sus padres y sirvieron de camerino para los actores. Su única ilusión es dar forma a un museo que muestre la historia de unión entre la serie y la villa que la vio nacer: “Es el legado que nos han dejado. Habla del esfuerzo y el sacrificio de nuestros mayores por mantenerlo así. Yo he nacido aquí, jamás me he marchado. A mis 60 años sigo peleando porque mi pueblo no sea uno más de la España vaciada”, defiende.
La ilusión y la tenacidad de esta residente, educadora social de profesión, choca de frente con la percepción del alcalde del municipio, Pedro Blanco, quien no ve rentable el levantamiento de un espacio como tal. “Si hacemos algo, será moderado. No muy grande. No tenemos metros cuadrados. Además, el problema será mantenerlo”, explica. Pese a confesar estar conforme con la iniciativa, Blanco arrastra una sensación de malestar desde hace tiempo con este tema. “A mí que no me hagan creer que subsistimos gracias a la serie, eso no es verdad. Nunca nos pagaron bien. De hecho, las primeras quince temporadas no recibimos nada. Fueron las últimas”, desvela. El pueblo cuenta con un local de uso múltiple para el archivo, la biblioteca y una asociación popular: “Podemos dedicar una pared a este proyecto, pero no toda la sala. Estoy en medio y me llevo todas las hostias, pero mi cometido es defender a las familias”. La tensión entre ambas partes es evidente, aunque Eusebia no se da por vencida. “Mi lucha es fijar población y comenzar un desarrollo demográfico. No solo por Cuéntame cómo pasó, sino por la historia del siglo XV que tenemos aquí”, relata.
500 años de memorias que Arahuetes ha presenciado prácticamente en silencio y gracias al trabajo de sus habitantes, que supera la treintena en verano. “Llevamos existiendo varios siglos y ahora parece que nos están salvando la vida. No es necesario. Estamos hartos. Lo mejor es que dejen al pueblo en paz, que está bien como está. Que lo haga siempre un mismo vecino tampoco es plan”, expone en respuesta al entusiasmo de González. Ella, por el contrario, piensa que la alcaldía “la ha cagado parda”, ya que desde que la polémica tuvo lugar hace apenas unos días, más de 900 personas han llegado al poblado en busca de las localizaciones más famosas: “De todos ellos, más de la mitad me ha escrito para apoyarme. Se han sentido ofendidos como seguidores”. Si bien cree fundamental mantener las formas ante cualquier situación, considera que falta sinceridad en las palabras de Blanco cuando habla de las pérdidas que la serie ha ocasionado en el municipio. No solo eso, sino que “hay personas que lo certifican y documentación” que lo pueden verificar. “La productora estuvo pagando al Ayuntamiento lo acordado con él”. Según Eusebia, existen numerosos certificados de pago, tanto al cabildo y a la iglesia, como otras al centro social o incluso a vecinos que han prestado tractores y coches antiguos para las tomas.
Monetizar el museo
“No pretendo crear ningún problema a este señor”, insiste. Sin embargo, espera que se tomen cartas en el asunto y salgan a la luz los pagos por parte de la empresa realizadora de Cuéntame cómo pasó. “Quiero que los políticos correspondientes hagan algo. No podemos permitir que un legado beneficioso para los habitantes, nos perjudique por culpa de los responsables en el ayuntamiento”, relata. Echando la vista atrás, cuando todavía los Alcántara respiraban la brisa castellana, solo tiene palabras de gratitud para los creadores: “Siempre fueron respetuosos y agradecidos. Nunca dejaron deudas y cumplieron con su promesa. Quizás Pedro no lo haya gestionado bien y ahora se esté arrepintiendo”. En su discurso se palpa la tranquilidad de quien ya se ha enfrentado a una polémica que le ha expuesto a la opinión pública. “Yo digo lo que pienso. Parece que nos han dado de comer durante décadas y nada más lejos de la realidad. En 28 años al frente del pueblo, podría escribir un libro con todo lo que ha ocurrido”, zanja. Es precisamente en esta etapa cuando ella estima que se deberían de haber tomado cartas en el asunto.
La apertura del espacio dedicado a esta serie televisiva podría traer rentabilidad a la localidad si se decidiese cobrar por la entrada. Así es como lo ve Eusebia, al menos, quien recibe los fanáticos del serial con los brazos abiertos: “Cualquiera de ellos habría pagado cinco euros por entrar en una galería y navegar por las etapas del rodaje. A día de hoy, mi casa de uso turístico estaría llena todos los fines de semana si existiera este proyecto”. Para la educadora social, es la oportunidad que la vida ha otorgado a Arahuetes de no caer en el olvido. “Tanto, que perderlo sería un pecado”, dice. El plan que ella ya ha construido en su mente, implicaría disponer de un código QR en cada una de las localizaciones que permitiese a los visitantes identificar las secuencias que tuvieron lugar en los 20 años de grabaciones. Adicionalmente, una gymkhana para que los más pequeños aprendan la historia y cultura de la zona. “Los turistas no pagarían por ese museo”, difiere el alcalde. “Si es gratis, sí, pero si no, no. Los que han estado viniendo no han generado ningún recurso, solo van y vienen. En el momento que pides algo, dejan de interesarse”, contempla él.
Incertidumbre electoral
Su malestar va más allá. Se reconoce harto de ser “el malo de la película” en cada conflicto. “El 99% del pueblo no está de acuerdo en que se haga una cosa de estas. Aquí no soy yo quien dictamina las cosas, lo hace la asamblea. Si ellos entienden que se está mejor así, yo no tengo nada que hacer”, reitera. Desde el consistorio, aprovecha para recordar que en 28 años al mando, los impuestos no han subido y “nadie habla de ello”. Entre ellos, Eusebia, cuyo discurso señala directamente a Blanco y su candidatura: “No tiene sentido que perjudique a su gente. A mí no me ha dicho nada, no se atreve. Siendo regidor, no puedes abusar de autoridad”. La productora, por su parte, todavía no se ha pronunciado al respecto en lo relativo a las partidas contractuales emitidas durante las jornadas: “Yo entiendo que no querrán rebajarse a la altura de este señor y sus palabras, que dicen mucho de él”. En su horizonte más personal, ya se divisa la alcaldía, pues González tiene claro que está preparada para dar el relevo en el concejo, siempre y cuando la votación la apoye.
“Apenas queda tiempo de gobierno. En las próximas elecciones me presentaré yo misma como alcaldesa. Quiero progreso para mi hogar, que no sea uno más en la despoblación”, explica. Lo tendrá fácil, pues Pedro no contempla una renovación en el cargo: “Ya he tenido suficiente. Esto no hay nadie que lo aguante. No he cobrado nunca, todo ha sido por amor al pueblo”. Un amor poco correspondido, según él mismo asegura. Hay vecinos que, en los últimos tiempos, le han dejado de hablar o no le miran por la calle. “Por no pensar de la misma forma que ellos”, valora. El cansancio pesa más que el cariño por Arahuetes y el intendente, que ha llegado a hacer de barrendero o enterrador en alguna ocasión, no desea otra cosa que vivir en la tranquilidad: “Al que venga, le deseo mucha suerte”. Aunque su corazón esté en esta aldea, Blanco baraja cambiar de domicilio próximamente debido a la dureza de los inviernos en el mítico Sagrillas, que ha alcanzado los 13 grados bajo cero en los días pasados. La esperanza también tiene nombre, el de Eusebia, quien ansía llenar las calles de proyectos y actividades que aporten una nueva perspectiva a la localidad segoviana. El museo de Cuéntame cómo pasó será el primero de muchos.