China ha dispuesto su teatrillo bélico en Taiwán para desincentivar sus presuntas inclinaciones independentistas. Es la segunda representación que soporta su presidente, Lai Ching-te, tras seis meses en el cargo. Con la primera pretendía China que el recién investido atemperara su discurso. No funcionó entonces ni lo hará ahora y, por el camino, China boicotea las expectativas electorales de su partido más afín en la isla y da combustible a los que la presentan como una amenaza a la paz sin haber pegado un tiro en una guerra en medio siglo. A China parece que le diseña la estrategia sus enemigos.
El portaviones Liaoning, cazas, barcos de guerra…Desde primera hora de la mañana se acercaron al estrecho de Formosa, el hilillo de agua que separa isla y continente, y rodearon Taiwán. El objetivo consiste en ensayar de nuevo ese célebre bloqueo por mar y aire que la desconectará del mundo cuando esa guerra anunciada como inevitable durante cuatro décadas llegue al fin. El Ejército de Liberación Popular mostraba en sus redes sociales un mapa con seis zonas donde estaría ejecutando las maniobras.
Taipei, a su vez, ha desplegado barcos de guerra para escrutar al enemigo, una batería móvil de misiles y sus sistemas de radar. Al mediodía hablaba ya de 25 barcos chinos, aunque no especificaba el tipo ni su ubicación. No se sabe cuántos cruzaron la mediana, una línea equidistante de ambas orillas, y que ejerce de frontera oficiosa desde que Estados Unidos la fijara 70 años atrás para evitar que los nacionalistas de un lado y los comunistas del otro se mataran. China nunca la reconoció pero solía respetarla. El tránsito febril de sus naves por ella en estos días simboliza el agravamiento del cuadro. No se temen las intenciones sino los errores involuntarios cuando naves enemigas se acercan más de recomendable. La liturgia exigirá estos días un concienzudo recuento de barcos y aviones y chinos que cruzan la mediana. No ha desvelado China en estas maniobras, a diferencia de otras, cuándo terminarán.
“Advertencia seria”
Sí ha aclarado, aunque era innecesario, a qué se deben. Es por el discurso del jueves pasado de Lai en el día nacional de Taiwán. Los ejercicios suponen una “advertencia seria” a los independentistas y una prueba de su “determinación” para proteger la soberanía nacional, ha dicho el jefe castrense del área. El portavoz del Ministerio de Exteriores, preguntado horas después en la rueda de prensa diaria, ha avanzado que la independencia taiwanesa y la paz en el estrecho son “tan incompatibles como el agua y el fuego” y que todos los desafíos isleños tendrán castigo. Taipei ha pedido a Pekín que termine con estas “provocaciones sin sentido” y su presidente prometió a sus compatriotas desde Facebook que defenderá a la “democrática Taiwán y su sistema libre”.
Ha repetido Lai, palabra arriba o abajo, el mensaje de la semana pasada que se le atragantó a Pekín. Ya había prometido el jueves que luchará contra la anexión o invasión chinas y negado la posibilidad de que Pekín represente a Taiwán. No fue Lai especialmente afilado. Siguió la línea de su predecesora Tsai Ing-wen e incluso propuso a Pekín cooperar en asuntos de relevancia global como la lucha contra el calentamiento global. Ocurre que esa oferta supone una igualdad de plano que China rechaza, que su paciencia languidece con el tercer gobierno de raíz independentista consecutivo en la isla, y que no le ve ninguna gracia a esos juegos. Lai es para China un “peligroso separatista” a pesar de que sigue la doctrina del statu quo de Tsai y sólo fue independentista en su lejana juventud.
No escaseó el fragor en el estrecho durante décadas pero en los últimos años han pasado las maniobras militares chinas de raras a habituales. El metro patrón son las que siguieron en 2022 a la visita a la isla de Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU. Una semana duraron los ejercicios y los pronósticos globales de que, ahora sí, llegaba la invasión. Ucrania, Gaza, Líbano…Desde entonces ha aprendido el mundo por la vía más cruda lo que media entre los teatrillos chinos y las guerras de verdad, la diferencia entre disparar los misiles al mar o sobre hospitales.