Hoy era un día para olvidarse del transcurso de la temporada y que la Marea Roja arropase al equipo en la recta final de un año más que complicado. Y sin duda cumplió y a las 17.45 la fila para entrar al Príncipe Felipe casi daba la vuelta al pabellón, con más de 2.500 personas. En su mayoría eran niños y niñas con la camiseta de su jugador favorito preparados para tener la oportunidad de conocerlos. Algunos eran más de Langarita, también los había de Watt, pero sin duda hubo un nombre que se repitió por encima de los demás: «Mi jugador favorito es Bell-Haynes», afirmaban la mayoría de pequeños.
El actor más esperado en este entrenamiento a puertas abiertas era Porfirio Fisac. El técnico rojillo iba microfonado, pero apenas se le notaba y la acústica dejó que desear. Estuvo todo el rato muy activo, moviéndose de un lado a otro de la pista. En momentos el técnico rojillo pidió ruido para poner a prueba a sus jugadores. En primer lugar, lo hizo con Finn Delany en unos tiros libres, algo que funcionó, ya que el neozelandés falló el primero de ellos. La segunda le tocó a Bell-Haynes, pero este se mantuvo sereno y no erró. Esta fue la primera vez que se observó la genial comunión entre equipo y afición, respirándose un gran ambiente en todo momento.
Tras terminar la primera parte del entrenamiento, comenzó una segunda en la que los aficionados tuvieron más protagonismo. Tres jugadores repartidos en dos equipos tenían que lanzar triples durante un minuto. Pero uno de los equipos tenía un hándicap, ya que a los azules se les pitó, mientras que a los rojos se les aplaudió.
Más tarde, se organizó un pique entre Lucas Langarita y Sulejmanovic desde la línea del tiro libre. Aquí el público mostró su preferencia por el jugador zaragozano, que consiguió anotar ambos, mientras que el bosnio falló uno de ellos, sucumbiendo ante la presión del Príncipe Felipe.
El equipo también imitó, con la ayuda del público, el grito que lanzan después de cada tiempo muerto, por lo que en ese momento en el pabellón retumbó un ‘¡3 2 1 Rasmia!’.
Cuando todo parecía haber concluido, apareció Link. La mascota del Casademont ya había estado dando vueltas por las gradas, fotografiándose con los más pequeños. Pero al final del entrenamiento, Link y Porfirio se situaron en el centro del campo. En un primer momento, pareció que estaban realizando un calentamiento, hasta que ambos hicieron el amago de comenzar a bailar, en un torpe intento del entrenador rojillo, dejando claro que el baile no es lo suyo. Esta curiosa situación dejó comentarios como «me encanta este entrenador» o «es único». Además, quedó claro que Porfi cae bien entre el público y que este le tiene un cariño especial después de varios años en el club: «Porfirio es el entrenador idóneo», afirmaba uno de los aficionados tras el entrenamiento.
Para acabar, un aficionado pudo retar a Bell-Haynes a anotar una canasta desde el centro del campo. Primero lanzó Bell Haynes y luego probó el joven aficionado, fallando ambos. Pero en el segundo intento el americano anotó, y el chico probó una bandeja que también entró.
Al término del entrenamiento los jugadores se repartieron en varias mesas a ambos lados de la pista para firmar autógrafos y fotografiarse con todos los aficionados que habían ido a presenciar este entrenamiento.
En un momento clave de la temporada, este encuentro entre afición y equipo dejó claro que sigue existiendo una buena sintonía entre ambas partes, a pesar del transcurso de los últimos partidos del Casademont. Además, Porfirio fue el maestro de ceremonias perfecto para un evento así, animando al público y sacándole la sonrisa. Algunos de los aficionados, confesaron estar decepcionados con el rumbo del equipo: «Con tal de que se salven suficiente, y esperar al próximo año». Y otros culpan directamente al grupo: «Sobre todo el problema han sido las lesiones y la plantilla, no tienen equipo para estar arriba». Aunque todos pidieron el mismo deseo para esta temporada: «A ver si es un final tranquilo y no sufrimos como estos años atrás».