El empresario multimillonario José Elías, conocido por su meteórico crecimiento en el sector energético, ha compartido en un tuit la lección que cambió su vida y lo impulsó a construir un imperio. Sus palabras se han viralizado rápidamente, despertando el interés de miles de emprendedores y profesionales.
“Toqué fondo en 2009. Y ahí entendí que una cosa es trabajar mucho y otra muy distinta, ser efectivo”, escribió Elías en la red social X (antes Twitter). El empresario relató cómo un amigo le preguntó por qué su crecimiento había sido tan “disruptivo”, a lo que respondió sin rodeos: “Dejé de vender mi tiempo”.
José Elías detalló que pasó de hacer instalaciones eléctricas —como poner luces en hospitales— a dedicarse a la compraventa de energía. “El cambio de mentalidad fue brutal”, subrayó. Recordó el momento exacto en que comprendió la magnitud de su nuevo modelo de negocio: “Un sábado estaba en casa comiéndome un pollo a la brasa y pensé: ‘Hostia, qué guay. Estoy aquí sentado y hay miles de personas consumiendo mi energía’. Ahí está la clave de todo”.
De ingresos limitados a escalabilidad infinita
El caso de José Elías ilustra perfectamente el salto de un modelo de negocio lineal —donde se factura por horas trabajadas— a otro escalable. “Cuando instalas luces, ganas dinero por las horas que echas. Si no trabajas, no facturas… y tu crecimiento tiene un techo”, explicó el empresario. En cambio, vender energía le permitió construir un sistema que sigue generando ingresos aunque él no esté presente.
Este tipo de enfoque es lo que muchos expertos en finanzas personales y en crecimiento empresarial recomiendan: buscar fuentes de ingresos pasivos o negocios escalables, que puedan multiplicarse sin requerir más tiempo personal.
Una lección que vale millones
El mensaje de José Elías conecta con un principio clave en la educación financiera: el tiempo de una persona es limitado, pero un negocio bien diseñado puede trabajar 24/7. Esa fue, según sus propias palabras, la verdadera razón detrás de su fortuna.
Con su historia, Elías pone en evidencia que el verdadero punto de inflexión no siempre es un nuevo producto o tecnología, sino un cambio radical en la forma de entender el dinero, el tiempo y el valor.