El Papa Francisco, o Jorge Mario Bergoglio, fue nombrado sumo pontífice el 13 de marzo de 2013. El cargo, el máximo dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica, le llegó tras la renuncia de su predecesor, Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI. Su papado estuvo marcado por su humildad y austeridad, un modo de vivir que dejó patente en numerosos gestos como su renuncia a vivir en el palacio episcopal. En su lugar, prefirió vivir en la austera casa Santa Marta, en el Vaticano.
Eligió su nombre en honor a San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana. Fue el primero en hacerlo, lo que generó confusión. Aunque los medios comenzaron a nombrarlo como Francisco I, el Vaticano aclararó que su nombre era solo Francisco, sin el ordinal.
Francisco siempre tendrá el honor de ser el primer papa hispanoamericano en el cargo tras veintiún siglos de pontífices de origen Europeo o de Oriente Próximo. Otro de sus hitos es alzarse como el primer jesuita en alcanzar la cúspide de la Iglesia Católica.
Sus orígenes están ligados al seno de una humilde familia de emigrantes italianos que se estableció en el barrio de Flores de Buenos Aires. Su padre era empleado de ferrocarriles y su madre, ama de casa. A los 21 años, comenzó sus primeros pasos en la vocación religiosa al ingresar en el seminario jesuita de Villa Devoto de la capital de Argentina. Antes se había graduado como como técnico químico. Durante sus años en el seminario, fue profesor en los colegios de la Compañía de Jesús en las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires.
El Papa Francisco y el entonces papa emérito Benedicto XVI. / EP
Finalizó su carrera en este seminario cuando en diciembre de 1969 fue nombrado sacerdote. A partir de ese momento, osciló en diferentes cargos dentro de la jerarquía eclesiástica, entre ellos provincial argentino del 1973 al 1979 u obispo titular de Auca en 1992. Dentro de esta arquidiócesis, en 1997 pasó a ser obispo coadjuto y más tarde, en febrero de 1998, se hizo cargo de la dirección, ya en calidad de arzobispo. Gran parte de su trabajo se centró en la divulgación de la doctrina católica entre las clases populares y la denuncia de las injusticias económicas y sociales.
Ante una pregunta sobre la homilía realizada por el entonces cardenal Bergoglio el 27 de octubre de 2010 (en memoria de Néstor Kirchner, fallecido ese día) Francisco fue sincero. No ocultó la existencia de un pasado conflictivo con el expresidente argentino (2003-2007). «Sí, él realmente no me soportaba. Las relaciones eran muy tensas. Cuando supe que había muerto, a las tres de la tarde, dos horas después hice una conmemoración en la catedral», evocó. «Esa homilía era improvisada: no había preparado el texto escrito. Invité al pueblo y la Iglesia estaba llena. No había nadie del gobierno. El clima era tenso: durante la misa alguien me gritó algo. Le dije que estábamos ahí para rezar porque él había sido ungido por su pueblo con las elecciones para gobernar el país. El pueblo lo había elegido y ahora debía rezar por él», agrega.
El Papa Juan Pablo II lo nombró Cardenal con el título de San Roberto Belarmino en el Consistorio del 21 de febrero del 2001. En paralelo, Bergoglio tuvo gran presencia dentro de la Conferencia Episcopal Argentina, que presidió durante dos periodos consecutivos, de 2005 a 2011.

El papa Francisco durante un acto público. / EFE
Nombramiento
Tras el fallecimiento de Juan Pablo II en 2005, el arzobispo de Buenos Aires obtuvo 40 votos papales que no sirvieron para su elección. El elegido fue el alemán Joseph Ratzinger, que asumió el papado con el nombre de Benedicto XVI. Durante las dos primeras votaciones, Bergoglio llegó a pedir casi con lágrimas en los ojos que dejaran de votarle, ya que no se veía con fuerzas para asumir las funciones.
Lo que Bergoglio no esperaba es que el 28 de febrero de 2013, ocho años después, Benedicto XVI renunciase a su cargo, una decisión que acabaría con el cardenal argentino ocupando su puesto. Fue elegido el 13 de marzo de ese mismo año. Bajo el nombre de Francisco, el argentino emocionó a sus feligreses ya desde su primera aparición donde les pidió: «Recen por mí».
Con palabras como «mi gente es pobre y yo soy uno de ellos» se ganó el cariño de los feligreses, a los que siempre quiso dejar claro que no se creía una autoridad. Una de los propósitos de su pontificado fue proponer el redescubrimiento de los diez mandamientos y de las bienaventuranzas.
El papa Francisco emocionó a sus feligreses desde su primera aparición donde les pidió: «Recen por mí»
El celibato, una reforma silenciosa
Desde su mandato en la Santa Sede, Francisco siempre dejó una «puerta abierta» a la reforma del celibato sacerdotal ya que dejó claro que para él «no es un dogma de fe». También llegó a admitir que se trataba más bien de «un debate sobre una regla de vida», una norma que no escondió que él apreciaba mucho y que consideraba «un don para la Iglesia».
Esta visión diferente también estuvo ligada a la difusión del dato de que Bergoglio de adolescente pudo tener una novia, reconociendo en una entrevista que fue a los 17 años, cuando entró en el seminario de los jesuitas y una chica «le volvió loco» durante una semana. Sin embargo, llegó a asegurar que «eran cosas de jóvenes» y que habló con su confesor.
Este tema fue puesto en cuestión por el sumo pontífice durante su papado cuando un grupo de mujeres firmaron una carta para solicitarle una revisión de la disciplina del celibato, ya que vivían en una relación sentimental con un sacerdote y les hubiera gustado hacerlo sin ocultarse. Ante este planteamiento, el papa explicó que «la Iglesia Católica tiene curas casado. Católicos griegos, católicos coptos… hay en el rito oriental».
Tolerancia hacia la homosexualidad
La controversia estuvo presente durante su papado en cuanto al tema de la homosexualidad, ya que el sumo pontífice llegó a expresar su apoyo a la legalización de las uniones civiles de parejas del mismo sexo en un documental estrenado en el Festival de Cine de Roma.
En el filme titulado ‘Francesco’, el argentino expresó que «la gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello». Desde que tomó las riendas del Vaticano, Francisco ha generado críticas de los jerarcas conservadores de la Iglesia por mostrar su empatía por la comunidad LGTBI+.
Estas palabras de Francisco dieron como resultado un comunicado por parte del Vaticano para aclarar que se dio lugar a la «confusión», debido a que estas respuestas que emitió el pontífice a dos preguntas diferentes «fueron editadas y publicadas como una sola respuesta sin la debida contextualización». Además, aclararon que Francisco, durante aquella entrevista, «se refería a las leyes adoptadas por los Estados» al referirse a las leyes civiles y «no a la doctrina de la Iglesia».

El papa Francisco celebra una misa durante un viaje oficial a Abu Dabi. / EFE
Contra la pederastia
El problema más grave al que se enfrentó Francisco durante su papado fue la pederastia en el seno de la Iglesia. El Vaticano se vio estremecido por el caso de una investigación en Francia que revelaba que al menos 330.000 casos de abuso o violencia sexual sobre menores o personas vulnerables habían tenido lugar en la Iglesia católica francesa desde 1950. Esta comisión independiente señalaba a más de 2.900 clérigos pederastas.
Durante sus años de papado, Bergoglio reformó el código penal de la Santa Sede y del Estado del Vaticano, afectando a todo el territorio del Vaticano y a los nuncios y al personal diplomático de la Santa Sede (cambiar), con el objetivo de adecuar la legislación vaticana a la legislación internacional. Entre las reformas, destacó la introducción del delito de tortura y una mayor precisión sobre los delitos de trata de personas, prostitución, reclutamiento y violencia sexual, pornografía infantil, posesión de material de pornografía infantil y actos sexuales con menores.
Además, Francisco tuvo siempre presente el proteger a los niños con propuestas muy comprometidas como la de investigar los antecedentes de todos aquellos religiosos que trabajaran con niños.