Tras la muerte de Mario Vargas Llosa no solo se ha recordado su inmenso legado literario, sino que también han comenzado a salir a la luz episodios menos conocidos de su vida personal. Uno de ellos involucra a Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler, con quien el Nobel mantuvo una relación durante varios años.
Lo que pocos sabían es que el escritor fue clave en un momento crítico de la vida de la marquesa de Griñón. Durante su convivencia con la familia Preysler, Vargas Llosa se integró de lleno en la dinámica familiar. En ese contexto, observó un cambio preocupante en Tamara, que atravesaba una etapa de adicción alimentaria: se mostraba más apagada, con alteraciones visibles en su estado físico y anímico. Lejos de mantenerse al margen, el escritor decidió actuar con discreción.
Tamara Falcó, en ‘El Hormiguero’
Según se ha hecho público, fue él quien le recomendó a Tamara acudir a la clínica Buchinger Wilhelmi en Marbella, un centro especializado en salud integral y tratamientos metabólicos, al que él mismo acudía regularmente. El objetivo no era solo tratar síntomas, sino ayudarla a reencontrar el equilibrio perdido.
En esta clínica Tamara inició un camino de recuperación. Allí no solo recibió un diagnóstico preciso –hipotiroidismo– sino que comenzó un tratamiento integral que incluyó nutrición, terapia emocional y apoyo endocrinológico.
Tamara Falcó, en ‘El Hormiguero’
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Gracias a esa intervención temprana y al acompañamiento médico, Tamara logró estabilizar su salud y dar un giro significativo a su vida. Cambió sus rutinas, mejoró sus hábitos alimenticios y, sobre todo, recuperó el bienestar que parecía haberse desvanecido.
