Irse a dormir pensando que quizá el día siguiente por la mañana saldrá el sol, esta vez sí, y volver a encontrarse el cielo gris al amanecer. La provincia de Castellón no está acostumbrada a presentar 20 días seguidos sin ver el sol (Londres está teniendo este mes el doble de horas de sol que Castelló, según informó Aemet) y esto, de acuerdo con la psicóloga Alba Sebastián, puede afectar a la salud mental.
«No estamos hablando de un problema, pero sí de malestar, porque no es lo mismo para nosotros en el Mediterráneo tener esta racha de días que para alguien que vive en el norte. Allí, probablemente habrían seguido haciendo sus rutinas con este tiempo, pero nosotros por ejemplo si teníamos algo al aire libre, no lo hemos hecho, o si íbamos andando a un sitio, cogemos el coche», explica Sebastián, vocal de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicología de la Comunitat Valenciana (Copcv) y que tiene su consulta en la capital de la Plana.
La luz funciona como estabilizador
Sebastián ahonda en que «la falta de luz solar está asociada con un estado de ánimo más bajo». Lo que sucede es que la luz natural funciona como un «estabilizar del estado de ánimo», así como para «regular el ritmo circadiano». De repente, ha desaparecido el sol, ese estabilizador clave en la salud mental (mucho más importante si hasta ahora se ha venido contando casi siempre con él).
«Si empezamos a juntar estas cosas, resulta que dormimos peor, estamos más cansados y fatigados, nos cuesta concentrarnos. Y mucho más cuando son varias semanas seguidas», dice Sebastián.
Es peor si hay patología previa
Esta psicóloga advierte de que sí pueden llegar a tener una asistencia psicológica a causa de la falta de luz aquellas personas «que tienen una condición previa que los hace ser más vulnerables».
Por lo que respecta al resto de la población, la castellonense recuerda que «los cambios de ánimo son normales» y recomienda varios consejos para que esta anomalía afecte menos en lo mental.
En primer lugar, verse con amigos o familiares: «Si dejamos de salir y hacer planes, también estamos reduciendo una parte social que nos conecta con ese bienestar. Necesitamos gente».
Sebastián también aconseja «intentar mantener las pautas, los horarios y las actividades regulares, sobre todo la actividad física porque regula mucho el estado de ánimo». Y en último lugar, si las lluvias persisten y estar en casa es la única solución, «hay que estar pendientes y ajustar un poco la exposición a las pantallas», sobre todo en niños y adolescentes