Existe el mito de que, tras ‘enamorarse’ durante el celo invernal, las parejas de cisne, símbolos del amor eterno y la fidelidad, pasan el resto de su vida juntos. Y se ha llegado a afirmar que si uno muere el superviviente terminará solo su vida, sin buscar otra pareja. Algunos estudios han cuestionado estas aseveraciones, revelando uno de ellos que una de cada seis crías es fruto de relaciones fuera de la pareja.
Lo cierto es que las relaciones entre las aves son en ocasiones tan complejas como la de los seres humanos. Aunque son muchas las especies de aves monógamas: loros, tórtolas, pingüinos, búhos… En algunos casos se registran ‘divorcios’, e incluso ‘cuernos’. La única conclusión cierta es que las relaciones entre las aves son en ocasiones tan complejas como la de los seres humanos.
Aunque que lo habitual en algunas especies es que las parejas se mantengan unidas toda la vida, también se registran casos de cambios de pareja después de cada temporada reproductiva. Comprender por qué las aves permanecen juntas o se ‘divorcian’ ha sido un objetivo de los científicos, al considerar que puede revelar conocimientos sobre cómo la evolución moldea este comportamiento.
Un estudio publicado en ‘Ecology Letters’ ha analizado las causas y consecuencias de los ‘divorcios’ en una especie socialmente monógama: el carricero de Seychelles (Acrocephalus sechellensis). El análisis de 24 años de datos sobre la especie desentrañó qué factores influyen en la disolución de parejas y sus implicaciones a corto y largo plazo.
Una pareja de loros. / Pixabay
En las especies monógamas, la selección sexual no se limita a la elección inicial de compañera o compañero, sino que también incluye en ocasiones el cambio de pareja. Este fenómeno ocurre en más del 90% de las especies socialmente monógamas y, a menudo, se asocia con mejoras en el éxito reproductivo y la supervivencia. Sin embargo, su impacto no siempre es positivo ni universal, como ha demostrado este estudio.
Jóvenes y viejos se ‘divorcian’ más
Según el equipo de investigación, el ‘divorcio’ puede ser adaptativo si mejora la calidad de las parejas o el éxito reproductivo posterior. También puede ser una estrategia para evitar el apareamiento consanguíneo, pero los investigadores reconocen que distinguir entre causas adaptativas y aleatorias resulta un desafío en poblaciones naturales.
El análisis de 1.063 parejas en la población de carriceros de Seychelles en la isla Cousin reveló que el 14% de las parejas terminó en divorcio
El análisis de 1.063 parejas en la población de carriceros de Seychelles en la isla Cousin reveló que el 14% de las parejas terminó en divorcio, con una mayor incidencia en machos jóvenes y viejos. La probabilidad de ‘divorcio’ también disminuyó con la duración del vínculo y el éxito reproductivo previo.
El tamaño de la nidada se identificó como factor clave: «La baja producción de huevos en la temporada previa es un indicador claro de una pareja de menor calidad, lo que incrementa la probabilidad de ‘divorcio’«, explican los autores. Además, las asociaciones breves también presentaron mayores tasas de separación, sugiriendo que las parejas que logran coordinarse mejor tienden a perdurar.
Otro aspecto relevante es la edad de los individuos. En los machos, la propensión al divorcio sigue una curva en forma de U, siendo más alta en individuos jóvenes e individuos mayores. Esto podría deberse a la inexperiencia en los primeros años de vida y al declive asociado con la senescencia en la vejez. En contraste, la edad de las hembras no parece influir significativamente en las tasas de ‘divorcio’.

Carricero de Seychelles. / Christian Hauzar
Los resultados del estudio son claros: el ‘divorcio’ no conlleva beneficios inmediatos en términos de éxito reproductivo. A corto plazo, los individuos divorciados no produjeron más descendencia que aquellos que mantuvieron su pareja inicial. Además, los investigadores no hallaron mejoras en la calidad de las parejas o territorios tras el ‘divorcio’, cuestionando su valor adaptativo.
Paternidad al margen de la pareja
A largo plazo, los efectos varían según el género y la situación. En las hembras que se ‘divorciaron’ jóvenes y perdieron su posición reproductiva, la probabilidad de supervivencia disminuyó significativamente en comparación con las hembras que nunca se ‘divorciaron’. Este hallazgo, según los autores del estudio, podría deberse a los costos energéticos y de tiempo asociados con la búsqueda de nuevas parejas o territorios.
No se observaron, por el contrario, consecuencias negativas significativas en los machos ni en las hembras que mantuvieron su territorio tras el ‘divorcio’. Este resultado refuerza la hipótesis de que el ‘divorcio’ puede ser costoso para los individuos que pierden su posición dominante.
En los gorriones cantores (Melospiza melodia), las separaciones alcanzan tasas de hasta el 40%
El carricero de Seychelles vive en una población cerrada con alta competencia por territorios de calidad, lo que podría explicar las bajas tasas de ‘divorcio’ en comparación con otras especies. Por ejemplo, en los gorriones cantores (Melospiza melodia), las separaciones alcanzan tasas de hasta el 40%, reflejando diferencias en dinámicas poblacionales y estrategias reproductivas.
Además, los autores subrayan que la monogamia social en el carricero de Seychelles no siempre implica exclusividad sexual, ya que se han documentado casos de paternidad al margen de la pareja. Este factor podría influir en la estabilidad de las parejas y en las ‘decisiones de divorcio’.

Alcatraces comunes. / Pixabay
Los investigadores concluyen que, aunque los ‘divorcios’ en los carriceros de Seychelles parecen estar motivados por problemas en la pareja, no siempre resulta beneficioso. El trabajo aporta una nueva perspectiva al estudio de los sistemas de apareamiento en aves y destaca la necesidad de examinar tanto los beneficios como los costos a largo plazo de las separaciones en diferentes contextos.
Entre las líneas futuras de investigación, el equipo sugiere la necesidad de explorar las diferencias en las estrategias de ‘divorcio’ entre géneros y examinar los factores ambientales y sociales que podrían influir en las tasas de separación. Además, plantea la necesidad de diseños experimentales más detallados que permitan separar los efectos del ‘divorcio’ de otros eventos como los de ‘enviudar’.