Es difícil comprender la actitud de los que se oponen a las ayudas sociales, a la sanidad universal, a la educación pública y gratuita para todos, al derecho a una vivienda digna y a un salario justo, a los que aplauden la llegada de Trump, de Milei, de tantos que piensan que un país se sanea eliminando a los débiles y fortaleciendo a quienes no lo necesitan, como si los seres humanos no fueran un todo, sino entes aislados en un mundo egoísta sin empatía alguna. Los que jalean estas medidas parecen creerse a salvo de cualquier adversidad, ajenos a las catástrofes que amenazan nuestra vida.

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