Dependemos de lo aleatorio más que de lo previsible. De ahí que haya tres telediarios diarios por cadena y que cada emisora de radio lance un informativo cada hora. Los periódicos no necesitan salir a la caza de lo fortuito, porque lo fortuito les llega a las redacciones sin que muevan un dedo. Ayer me torcí casualmente un tobillo que ha dado al traste con toda la planificación de las últimas semanas. Un amigo estaba comprobando los resultados de la Lotería Primitiva cuando sonó el teléfono y le comunicaron el fallecimiento de un ser querido. Intentamos que la realidad se comporte como una novela, con su exposición, su nudo y su desenlace, pero se comporta como el clima cuando las ráfagas de viento soplan en todas las direcciones. Mi acupuntora dice que eso es lo que me pasa a mí: que cuando me preparo para recibir el ciclón por el norte, me ataca por el oeste. De todo esto tiene la culpa la vesícula biliar. La verdad es que no lo he entendido muy bien, pero resulta que esta glándula, o lo que sea, en la medicina tradicional china posee un significado emocional y físico importante. Dicen que una vesícula biliar en equilibrio nos capacita para tomar las decisiones con firmeza. Cuando se desequilibra, su dueño puede experimentar duda y falta de coraje. Eso es justo lo que me pasa a mí, que tengo dudas y falta coraje. La acupuntora me pone unas agujas que pasan por el meridiano de la vesícula a fin de arreglarlo. Pero no sé.
Arreglarlo implicaría que mi vida comenzara a comportarse como una novela, incluso como una telenovela, es decir, con orden, aunque se tratara de un orden trágico. El problema, como digo, es su imprevisibilidad. O sea, que hoy me duele la rodilla izquierda y al día siguiente el dolor desaparece de ahí, pero se ha trasladado sin lógica alguna a los hombros. No siempre es así. El martes me levanté eufórico y pude ponerme al día del desastre de las jornadas anteriores. Pero he comprobado que las euforias se pagan caras: a las 24 horas, se manifiesta una migraña. Pues lo que me pasa a mí es lo que le ocurre a la realidad: que no puede ir bien por un lado sin ir mal por otro u otros, el caso es fastidiar. Así que me voy a ver el telediario de la noche, a ver qué desastre inesperado ha sucedido desde el del mediodía.