Las patrullas de la Guardia Civil no dan a basto mientras un grupo de vecinos se encara con ellos en la puerta del Lidl. “¡Os estamos pidiendo agua! ¡No tenemos ni agua para beber¡”. La puerta ya está forzada, igual que la de los supermercados aledaños y otras naves.
Los agentes no son capaces de contener a tanta gente, las patrullas corren de un lado a otro tratando de evitar el pillaje, hasta que llegado un momento se van. “Preferimos ayudar en otras cosas”, dicen subiéndose al todoterreno.
En el polígono industrial de Benetússer hay familias con niños pequeños buscando agua potable. No tienen para beber. Tampoco tienen comida. Las botellas de agua del Burguer King cotizan más que el oro, mientras otros (los menos) arrastran cajones de cientos de kilos llenos de todo tipo de productos que no parecen ser de primera necesidad. Un hombre carga en su coche una máquina de coser, otro llena la parte de detrás de su furgoneta con varios microondas. La Guardia Civil no ha podido contener la ola.
“Llevamos días sin agua, y la comida de la nevera se ha echado a perder. Nos sabe muy mal coger del supermercado pero no podemos comprar en ningún lado y mis hijas tendrán que echarse algo a la boca”, cuenta Agustín, un padre de familia con tres hijas adolescentes. Llevan 3 horas y no encuentran agua.
Esperando puntos de suministro
Un hombre lleno de barro camina con su hijo, cada uno con un carro de tela. “En Massanassa ya no qeuda nada, lo han saqueado todo, hasta los bajos ¿Tú crees que en una juguetería hay vienes de primera necesidad? No hay ley, están robando todo”, lamenta.
Como todos, busca agua y comida. “Los pueblos están desolados, y mis familiares en Valencia no me pueden traer nada de compra en coche, nos tenemos que apañar como sea”, cuenta Nacho.
“Lo que no se ha llevado el agua se lo está llevando la gente”, explica una mujer mientras entra al Lidl a coger, literalmente, lo que pueda. El supermercado está completamente saqueado y parece que haya pasado un huracán.
Una mujer de edad avanzada se ayuda de un chico joven para entrar a la cámara frigorífica, con la alarma de banda sonora. Es el único sitio donde queda algo de comida en buen estado. La gente pregunta constantemente si queda agua. Un hombre con una camiseta de Policía Local coge un paquete de huevos y se lo mete al coche “no podemos ir a comprar a ningún sitio, no hay tiendas ni forma de conseguir comida, ayuntamientos o Generalitat tendrían que hacer algo. La gente no puede comer”.
Solidaridad en la tragedia
Aunque no lo parezca, la solidaridad es generalizada en la tragedia. Un grupo de jóvenes se acercan a una ventana del Burguer King y la fuerzan hasta abrirla. Han visto los paquetes de botellas de agua. Sacan unos 10, pero ellos sólo se quedan uno “¿Perdona, necesitas agua? Le gritan a cada familia que pasa”, y les dan un paquete.
“Nosotros no necesitamos más y todos estamos sufriendo. Es lo justo”, explican mientras uno se mete dentro del edificio a buscar más botellas o comida.