El Partido Popular va a mover ficha tras la nueva crisis interna que se ha desatado en Vox con la salida repentina de su líder en Castilla y León, Juan García-Gallardo. Génova trabaja en un plan para robar votantes a su derecha sin extremar los mensajes ni adquirir un tono más duro que rivalice con el partido liderado por Santiago Abascal.
La idea de la dirección popular pasa por absorber al electorado descontento con las formas y las luchas internas de Vox que se vienen sucediendo en el último año. La salida de los perfiles más liberales permite al PP recoger al votante más cercano a esos postulados, no muy distantes de los que defiende Génova en temas principalmente económicos.
No virar a la derecha el discurso
La clave sobre la que pivota la estrategia del PP se fundamenta en evitar desviar a la derecha el mensaje. Un plan que ya abordó Pablo Casado
Fomentar la imagen de alternativa sobria de Gobierno
Aprovechar la ausencia de perfiles liberales en Vox
La salida del exvicepresidente de la autonomía, tras denunciar injerencias de la cúpula nacional, se suma a la fuga de Iván Espinosa de los Monteros, Rocío Monasterio o Macarena Olona. Además de una larga lista de exdiputados en el Congreso que salieron del grupo en las elecciones del 23-J.
Una situación que algunos ex de Vox denominan de “purga” contra el sector más liberal después de que Jorge Buxadé, que encabeza el ala más conservadora de la formación, asumiera el control absoluto del partido hace un año.
En Génova consideran que esta sucesión de salidas abre una puerta a absorber a los votantes que apoyaron a Vox por su perfil más neoliberal. Un votante que ya recoge en la Comunidad de Madrid la presidenta del PP, Isabel Díaz Ayuso.