Cuando el calor sevillano comienza a dar tregua y las primeras hojas doradas caen sobre la ciudad, un aroma inconfundible se apodera de El Patio del Pali, el restaurante del hotel Los Seises, un palacio del siglo XVI en uno de los patios del Palacio Arzobispal donde se formaban los seis niños que aún hoy cantan composiciones religiosas durante la Semana Santa. Ubicado en el corazón histórico de Sevilla, este restaurante se transforma en un refugio para los amantes de la cocina tradicional durante los fines de semana de octubre y noviembre.
Fuera pretensiones y cartas interminables. Aquí, el chef Álvaro Alonso y su equipo rinden homenaje a los «meses de cuchareo», para recuperar sabores ancestrales y recetas que hablan de la esencia misma de la gastronomía local. El Patio del Pali se convierte de esta forma en la extensión del hogar de cualquier sevillano, para invitaral comensal a disfrutar de un auténtico almuerzo de cuchara en buena compañía.
El murmullo de la fuente, la sombra de la vegetación y el tamaño recogido del espacio crean una atmósfera única a un paso de la majestuosa Giralda. Cada cucharada es un viaje al pasado que transporta a uno a la cocina de las abuelas.
Guisos fuera de carta
Este año, los fogones de El Patio del Pali se encienden para dar vida a una selección de guisos fuera de carta. El bacalao confitado con manitas de cerdo, una combinación sorprendente y llena de matices, que conquista a los amantes de los sabores intensos.
Las legumbres, reinas indiscutibles de la cocina otoñal, se presentan en todo tipo de recetas: judiones con carrilleras, que se deshacen en la boca; garbanzos con setas y foie, una explosión de sabor para los paladares más exquisitos; y las reconfortantes pochas con berberechos en salsa verde, un clásico que nunca falla.
Y cómo no, la estrella de la casa: el arroz con pato del Valle del Guadalquivir. Un plato emblemático de la región, elaborado con ingredientes de primera calidad que se sirve caldoso para disfrutar además del rechupeteo de los huesos del pato. La consigna es clara: mancharse las manos para sacar hasta el último pedacito de carne que queda con los huesos.