En camino, pero falta un mayor empujón político. Más de un centenar de países, entre ellos España, se comprometieron durante la Cumbre del Clima de Dubai (COP28), que se celebró el año pasado, a triplicar la capacidad de las energías renovables de 2022 en 2030. Eso supone instalar 11.200 gigavatios (GW) de nueva capacidad en menos de siete años. En 2023, el mundo instaló casi 560 GW renovables, lo que implica un 64% más que en 2022; pero esa cifra debería ser todavía un 60% superior, hasta sumar casi 915 GW al año, para alcanzar el citado objetivo, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
El organismo dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) afirma que con los planes existentes en más de 150 países se alcanzaría una adición de 8.000 GW en el periodo, lo que supone llegar a 2030 con 2,2 veces la capacidad renovable instalada en 2022. Y añade que, si se tiene en cuenta la reducción de costes de estas tecnologías, las políticas actuales y la evolución del mercado, la capacidad acumulada ascendería a casi 9.760 GW, o lo que es lo mismo, 2,7 veces la capacidad instalada de 2022. Se acerca, así, al objetivo global, pero se queda a las puertas, a menos que los gobiernos aborden “en el corto plazo” desafíos clave en materia de “políticas, integración de redes, financiación y permisos”.
“El progreso apunta a que el despliegue está siendo bastante rápido y triplicar las renovables está al alcance de la mano”, sostiene el Director del programa de Energía y Clima del Real Instituto ElCano, Gonzalo Escribano, en línea con el resto de expertos consultados. Escribano defiende “poner regulación en plaza para incentivar y que no haya proyectos fallidos ni equivocaciones en la senda de descarbonización” y señala entre los grandes retos “la inversión en redes, sobre la que la propia Unión Europea en el informe Letta o Draghi dice que hay que invertir en cantidad y en calidad, y en almacenamiento”.
Pero el ritmo no es el mismo por geografía. China, Estados Unidos, Alemania y España encabezan los planes de crecimiento, mientras que África lleva un ritmo todavía muy lento. «Tenemos que intentar acompañar a aquellos países con problemas de financiación y por eso hay esquemas de financiación y cooperación sostenible. Y, por otra parte, favorecer los mecanismos para reducir el riesgo financiero de los proyectos, mejorar las infraestructuras, las interconexiones y las propias políticas de los países», añade Escribano.
Objetivos por países
Los próximos meses serán cruciales, según explica la directora del Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente (IIDMA), Ana Barreira. La primera cita será entre el 11 y el 22 de noviembre, en la COP29, donde se negociará “un nuevo objetivo colectivo de financiación climática”. Según un informe de IRENA, la inversión anual en capacidad renovable tendría que pasar del récord de 570.000 dólares (unos 525.000 euros al cambio actual) en 2023 a 1.500 millones de dólares (unos 1.380 millones de euros) al año entre 2024 y 2030.
Y la segunda, en febrero de 2025, cuando los países deben establecer lo que se denomina “nuevas contribuciones nacionalmente determinadas”. Esto es una serie de planes en el marco del Acuerdo de París, en el que todos los países deben establecer sus objetivos nacionales para reducir las emisiones en el siguiente lustro y en los cuales se verá “qué medidas se van a tomar en materia de renovables”. De las 194 contribuciones a nivel nacional presentadas hace cinco años, solo 14 incluyen objetivos explícitos de renovables que apenas suman 1.300 GW, solo el 12% de objetivo global, según la AIE.
El motor de China
Pero si de alguien depende alcanzar la meta global es de China. El país oriental fue responsable del 40% de las emisiones mundiales de gases efecto invernadero procedentes de la energía y la producción de calor en 2023, pero está inmersa en alcanzar las cero emisiones netas en 2060. Su primer objetivo era 2030, a donde quería llegar con 1.200 GW renovables instalados, cifra que probablemente alcanzará este mismo año.
El país ha optado por desarrollar tecnologías limpias como modelo de desarrollo y va camino de liderarlo todo, desde la instalación de renovables, la venta de vehículos eléctricos o la fabricación de tecnologías como los paneles solares o las baterías. “Tener el país más grande del mundo y más contaminante haciendo esto garantiza que esta transición no va a parar y que estas tecnologías van a estar disponibles”, defiende el exdirector general de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana, ahora director general de la patronal renovable AVAESEN, Pedro Fresco.
El caso español
España firmó el compromiso de energías renovables en la COP28 pero, como la mayoría, no se ha comprometido de forma independiente a triplicar su capacidad. Pero el país se encuentra en la “trayectoria correcta”, según fuentes del Global Energy Monitor. España añadió el año pasado 10 GW de capacidad renovable, hasta un total de 88,4 GW en 2023. “Si el país continúa con sus adiciones anuales, estaría a dos tercios del camino para triplicarla en 2030 (158,4GW). Pero aun en ese caso necesitaría aproximadamente duplicar las adiciones anuales históricas para encaminarse”, sostienen.
El director de Transición Ecológica de la consultora beBartlet, Alejandro Labanda, afirma que en el país necesita “aplicar reformas rápidas” para incentivar la electrificación y permitir que la nueva demanda y la nueva industria se pueda conectar. “Y luego hay toda una parte que es la generación distribuida, el autoconsumo, que empezamos muy fuerte tras el final del impuesto al sol y las ayudas Next Generation, pero en el que estamos empezando a bajar mucho”, añade. Solo el 5% de su capacidad solar corresponde a energía solar distribuida, según un informa del Global Energy Monitor.