La energía es uno de los principales focos para revertir el cambio climático. Un proceso que consiste en la sustitución de los combustibles fósiles por la generación mediante fuentes renovables. Este desafío está en manos de las administraciones, instituciones generadoras de conocimiento y grandes empresas, pero también hay un papel destacado de la ciudadanía.
Luis Buil, director del área de Smart Solutions de Iberdrola, expuso que a la hora de hablar de transición energética «se habla de grandes turbinas en medio del mar, que pueden generar electricidad todo el año a una ciudad como València; o el proyecto de multienergía como el de bp en Castelló, o una planta fotovoltaica con baterías, pero el foco no está los activos, sino en la gente, que son los verdaderos protagonistas de la energía», con una serie de acciones individuales que permiten aprovechar los recursos naturales, con el consiguiente ahorro de emisiones contaminantes, y que a la vez reducen la factura eléctrica.
Responsabilidad
En su intervención durante el Ecoforum, Buil puso el acento en que «nuestros hábitos impactan en el medio ambiente en aspectos por cómo calentamos nuestras casas, por lo que las oportunidades van ligadas a una responsabilidad».
En materia de energías renovables hay un camino importante que recorrer, y no solo ligado en los grandes consumidores de recursos. «El 80% de emisiones se produce en las ciudades, por lo que todo esto tiene un impacto en nuestra salud y la de nuestros hijos; no podemos eludir la responsabilidad», defendió.
Una de las alternativas existentes es el uso de bombas de calor para calentar los hogares, ya que en la actualidad «el 30% de la energía consumida en Europa se usa para climatizar edificios: es el gran elefante en la habitación», para lograr que se cumplan los ambiciosos objetivos de neutralidad climática en las próximas décadas.
Movilidad
Otro de los ejemplos socorridos a la hora de hablar de revolución energética tiene que ver con el consumo procedente de vehículos. El representante de Iberdrola advierte de que la implantación de coches eléctricos en España se queda muy por debajo de lo que ocurre en otros países europeos. «Nos peleamos con Italia a ver quién lo hace peor», dijo. Algo que se debe a varios factores.
Uno de ellos es el coste inicial de los vehículos, con unas ayudas que tardan bastante tiempo en cobrarse. «Tiene que haber más agilidad y procurar que esta ayuda se proporcione en el momento de la compra«, comentó, lo que ayudaría al momento de la adquisición.
También hizo referencia a los puntos de recarga. «Hay más de 34.000 puntos en España, de los que 7.700 están gestionados por Iberdrola, por lo que se puede viajar por nuestro país con tranquilidad», aseguró. Pese a ello, «se trabaja para impulsar la recarga en muy alta potencia», con lo que se puede emprender un viaje largo en un corto espacio de tiempo. A este capítulo también ayudan los planes para la sustitución de autobuses convencionales por vehículos eléctricos, que circulan todo el día y se cargan por la noche, con el ahorro en emisiones. Incluso empieza a haber instalaciones destinadas al transporte pesado, o el uso de electricidad en buques atracados en puertos, conectados a su vez a instalaciones de placas solares. «En movilidad se dan muchos pasos, aunque la velocidad no sea la más grande», mencionó Buil.
Reformas y autoconsumo
La sustitución de calderas por bombas de calor va ligada a los procesos de reforma en viviendas. «En estos momentos se rehabilitan unas 35.000 viviendas al año en España, y hay que fomentar para que esta cifra alcance las 350.000 anuales». Recordó que hay incentivos, como los fondos europeos, para obtener hasta un 80% de la inversión subvencionada. Un ahorro que incluso se dispara si esto se adapta a las empresas.
En lo que respecta a las instalaciones de autoconsumo domésticas, los pasos dados hasta el momento tampoco son satisfactorios. «En España no estamos para sacar pecho, si se compara con Alemania o Reino Unido», explicó, teniendo en nuestro país más oportunidades y horas de sol para aprovechar este recurso.
Un letargo que puede deberse al desconocimiento de las oportunidades existentes. Detalló que el 66% de la población «vive en edificaciones en altura, pero se pueden constituir comunidades solares, con un modelo de suscripción tan sencillo como apuntarse a Netflix, o incluso instalar placas solares en la casa del pueblo y poder notar ese ahorro en la vivienda habitual», expresó.
En España, Iberdrola trabaja «en más de 700 proyectos de comunidad solar, y en Castellón hay 12, y es una buena forma de acercarse al autoconsumo», defendió.
Flexibilidad
En el horizonte, el responsable de Smart Solutions de la compañía energética aportó la creación de nuevos productos que aporten flexibilidad a las necesidades de los clientes y usuarios, «no solo en empresas, sino a nivel residencial». Además, «empresas, administraciones y universidad tienen que trabajar para impulsar la transición energética y que haya un ahorro en la factura, al tiempo que precios más estables«, concluyó.