Un hombre con cien monedas de plata y bronce, dos chicas jóvenes y una mujer con pendientes y una bolsa. En el interior, cucharas, un espejo y una estatuilla en ámbar, las únicas pertenencias que llevaba encima mientras el pequeño grupo intentaba huir al alba de una Pompeya apocalíptica, casi enterrada tras 24 horas de lluvia de millones de toneladas de cenizas, lapilli y material volcánico escupido por el Vesubio en la devastadora erupción del año 79. Antes de llegar al final de una calle, sucumbieron bajo una nueva oleada piroclástica.

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