La Fuerza Aérea de los Estados Unidos se prepara para presentar el B-21 Raider, un bombardero furtivo de próxima generación desarrollado por Northrop Grumman, como parte de sus esfuerzos para mantener la superioridad aérea.
No obstante, surgen preocupaciones por el plan de producción, que se limita a solo 100 unidades, especialmente a medida que China y Rusia avanzan en el desarrollo de sus propios bombarderos avanzados, el H-20 y el PAK-DA.
Aunque la Fuerza Aérea de Estados Unidos ha contado con la mejor flota de bombarderos del mundo durante mucho tiempo, ahora enfrenta una competencia significativa en cuanto a la nueva generación de bombarderos furtivos. Mientras China y Rusia continúan trabajando en sus fuselajes H-20 y PAK-DA respectivamente, Northrop Grumman sigue adelante con el desarrollo del B-21 Raider, el nuevo bombardero furtivo de largo alcance de la Fuerza Aérea.
El Pentágono confía en que esta nueva plataforma será incomparable cuando entre en servicio, pero algunos analistas advierten que, aunque el bombardero furtivo mantenga el dominio tecnológico de la Fuerza Aérea, podría no ser suficiente si no se producen más unidades.
Actualmente, la Fuerza Aérea tiene previsto fabricar alrededor de 100 bombarderos B-21. Sin embargo, Christopher Bowie, autor y analista de poder aéreo, sostiene que «es necesario planificar la construcción de más de los 100 que se han proyectado hasta ahora».
Bowie explica que, por más avanzado que sea un avión, solo puede operar en un lugar a la vez. Se espera que el B-21 asuma tantas responsabilidades en una guerra convencional que, si surgiera la posibilidad de que la guerra se tornara nuclear, esto presentaría dilemas significativos para los líderes del país.
Según Bowie, las decisiones clave serían: «¿Retiramos los aviones del teatro de operaciones para reforzar nuestra postura de disuasión nuclear? ¿O sacrificamos parte de la tríada nuclear para aumentar el ritmo operativo en las operaciones convencionales?»
Expertos como Bowie insisten en que la Fuerza Aérea probablemente necesitará cerca de 300 bombarderos para enfrentar a China en un posible conflicto. Considerando la cantidad actual de B-1B Lancer, B-2 Spirit y B-52 Stratofortress en servicio, la Fuerza Aérea requeriría al menos 140 Raiders para cumplir con esta demanda.
El B-21 Raider, que lleva su nombre en honor a los hombres que participaron en el ataque Doolittle a Tokio en 1942, forma parte de los esfuerzos del Departamento de Defensa de los EE. UU. para modernizar la tríada nuclear del país.
El Raider surgió del programa de bombarderos de ataque de largo alcance de la Fuerza Aérea, iniciado en 2011. Northrop Grumman ganó el contrato, superando a Lockheed Martin y Boeing, para construir este bombardero furtivo de próxima generación.
Diseñado como una plataforma multifuncional, capaz de gestionar batallas, recopilar inteligencia y actuar como un interceptor, se espera que el Raider sea el mejor avión de su clase cuando finalmente sea desplegado. A principios de 2022, se comenzó a construir media docena de bombarderos B-21. En diciembre de ese año, Northrop Grumman presentó la aeronave en sus instalaciones de producción en Palmdale, California.
Aunque se ha revelado poca información sobre las especificaciones y capacidades del B-21, el avión mostrado en 2022 parecía más pequeño que su predecesor, el B-2 Spirit, lo que sugiere una plataforma más furtiva y aún más capaz de evadir la detección enemiga.
Kathy Warden, directora ejecutiva de Northrop, también destacó que el bombardero está diseñado con una arquitectura modular de sistemas abiertos, lo que permitirá actualizaciones más fáciles a medida que surjan nuevas tecnologías. Esta capacidad refleja la conectividad de enlace de datos que posee el caza F-35 de quinta generación.
Dadas las capacidades proyectadas del B-21, la Fuerza Aérea debería considerar la adquisición de más de 100 de estos fuselajes. Sin embargo, los elevados costos están frenando el desarrollo. Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea está trabajando en el despliegue de su plataforma de combate de sexta generación, el Next Generation Air Dominance. Ambos programas requieren una inversión significativa.
A pesar de los costos, el programa del bombardero furtivo B-21 debería ser una prioridad. Aunque el Raider pueda superar tecnológicamente al H-20 chino cuando ambos estén en servicio, esto perderá importancia si Pekín despliega tres veces más bombarderos que Washington.