LA SÚBITA ruptura de Vox con cinco gobiernos autonómicos del Partido Popular ha agitado poderosamente las aguas de la última semana. Es verdad que estamos inmersos en un mes de julio con la agenda muy apretada, lo que demuestra que vivimos en una sociedad con horror al vacío. Ni siquiera en agosto nos dejan del todo en paz. Aquí estamos, a la espera de las decisiones políticas de Francia, que no es una cuestión baladí, a la espera de las decisiones en Oriente Próximo, un asunto muy grave, y a la espera también de la gran decisión de Biden, que, de momento, no se mueve del cartel electoral (no se sabe si es mejor cambiar las cosas o dejarlas como están, para ser sinceros). Julio, definitivamente, ya no es un mes de vacaciones. 

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