«Dicho de una persona o de una cosa de la que no se puede prescindir». «Necesario, obligatorio». Son solo un par de definiciones que corresponden al término ‘imprescindible’ que, ojo, no conviene usarlo a la ligera. En el Valencia CF, por ejemplo, imprescindibles hay muchos, pero no todos. Peter Lim por supuesto no lo es y sus trabajadores en la ciudad, tampoco. Sí lo es Rubén Baraja, por lo menos en la actualidad. También sus ‘nanos’, sobre todo ellos. Los Cristhian Mosquera, Javi Guerra, Diego López, Fran Pérez y compañía, que crecen bajo el brazo de los Gayà, Guillamón o Jaume, son los que sostienen la bandera de un transatlántico europeo que últimamente atraviesa sus horas más bajas. Valentía, polivalencia, futuro… todo eso y mucho más son los chavales.
Tuvieron que curtirse en tiempo récord, asumiendo grandes responsabilidades cuando apenas acababan de romper el cascarón. Y respondieron, vaya si lo hicieron. Dieron la cara y se sobrepusieron a situaciones de tensión máxima como son las garras del descenso.
Nadie quiere verse en ese oscuro sótano por mucho que te encuentres en una etapa muy inicial de tu carrera. Y por si quedaba alguna duda de si esos chavales estaban preparados para cotas más altas que simplemente luchar por la salvación, esta temporada han dado un paso más en su irrupción haciendo a la afición soñar con Europa. Los 40 puntos en 28 jornadas demuestran una progresión impresionante.
Y es que hay jóvenes promesas que, por unas cosas o por otras, de hecho muchas veces ocurre por la deficiente gestión de sus jefes de filas, no cumplen con las expectativas que generan. Pero no es el caso de estos chavales ni mucho menos. Ellos son cada vez mejores y se merecen una alegría, de las grandes además. Ojalá el sueño utópico de Europa se haga realidad.
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