El Titicaca es el lago navegable más alto del mundo. Está situado a unos 3.800 metros de altitud y tiene una superficie total de más de 8.500 kilómetros cuadrados. Ubicado entre Bolivia y Perú, sirve de frontera natural entre ambos países. Sin embargo, las alarmas se han encendido en este lugar del planeta, pues el nivel de agua en el Lago Titicaca se encuentra unos seis centímetros por debajo de su mínimo histórico -registrado en el año 1996- debido a la intensa sequía que afecta a Bolivia y a otros países del entorno.
La región atraviesa una situación complicada, debida a la confluencia del cambio climático y el fenómeno de El Niño, caracterizado por la falta de lluvias. La sequía y el acenso de la temperatura también ha acelerado el derretimiento de los glaciares de la cordillera de los Andes, un escenario que, según los expertos, también podría tener consecuencias en la seguridad alimentaria e hidroeléctrica del país.
El director del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Semanhi) de Bolivia, Hugo Mamani, expresó a los medios que el nivel del agua del Titicaca continúa bajando: a principios del mes de octubre, el nivel del agua alcanzó el mínimo histórico registrado en 1996.
En el año 1996, la regla milimétrica instalada en el Lago Titicaca marcaba 2.99 metros de altura, mientras que en la actualidad marca 2.93 metros.
«Son seis centímetros y va bajando poco a poco, va evaporándose, tenemos pérdida de agua por evaporación y tenemos mayor cantidad de radiación solar«, expresó al respecto el director del Servicio Nacional de Metereología e Hidrología (Semanhi) de Bolivia.
Un reciente estudio que analizó imágenes de satélite entre 1992 y 2020 demostró que el lago Titicaca pierde alrededor de 120 millones de toneladas métricas de agua cada año, debido principalmente a falta de precipitaciones y a la escorrentía.
Más de tres millones de personas viven alrededor de este lago y dependen de sus aguas para pescar o cultivar, además del turismo que visita este enclave de gran belleza natural.
Campañas de reforestación
Por el momento y para frenar el avance de esta problemática, está previsto realizar campañas de reforestación junto al lago para que se mantenga la humedad del lugar, lo cual ayudaría a frenar la evaporación del agua a causa de la radiación solar.
Sin embargo, si ello da resultado, la recuperación del lago será lenta. Se espera que «poco a poco» vaya subiendo el caudal en la medida de que se produzcan las precipitaciones, y se prevé que el nivel del agua vuelva a su normalidad en 2025.
El Gobierno de Bolivia ha informado de que son alrededor de 200.871 las familias que han resultado damnificadas por la sequía y que la región altiplánica de Oruro se declaró en desastre, mientras que las regiones de La Paz, Cochabamba y Chuquisaca están en «emergencia». Al mismo tiempo, 144 municipios de los más de 330 que tiene Bolivia se han declarado en estado de desastre.
La situación genera también preocupación en el ámbito económico, incluso a corto plazo, debido a la mengua de turistas que sufre esta región, una de las más conocidas del país y que atrae anualmente a numerosos visitantes, tanto nacionales como extranjeros.
Además, las comunidades que viven de la pesca observan con preocupación cómo el descenso del nivel del agua se suma a la progresiva contaminación de las aguas y a la sobrepesca.
La CNN ha informado de que también la agricultura se está resintiendo por la sequía. La gran mayoría de cultivos de quinua y papa, productos locales básicos, se han visto afectados, al igual que la avena utilizada para alimentar el ganado.
Las autoridades meteorológicas del país recuerdan que las condiciones actuales de El Niño podrían durar al menos hasta febrero de 2024.
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