Hace más de cien años se concibió para abastecer de carne a toda Palma. S’Escorxador fue un matadero municipal, ha sido centro comercial y hoy es un complejo que acoge desde una biblioteca, un centro cultural o un cine, hasta un supermercado, bares y restaurantes o un centro de salud. Los distintos pabellones los levantó la sabia mano del arquitecto Gaspar Bennàzar a principios del siglo XX, y a día de hoy es un referente en la barriada gracias a que en los años ochenta cambió de uso. Que es un centro con mucho potencial nadie lo pone en duda, pero lleva tiempo abandonado y sufriendo el deterioro, la falta de inversión y mantenimiento.
En una ciudad gentrificada y saturada, s’Escorxador encarna una manera de hacer vida de barrio, un respiro para los residentes en medio del ajetreo turístico. Lo explica Vicente Sánchez, conocido como el ‘Chino’, dueño de Es Cantonet, uno de los bares más populares: «La mayoría de los clientes son vecinos del barrio. Somos como una familia», comenta. «Es una pena la falta de limpieza y especialmente los locales abandonados», apunta. Habla del recinto que acogió el mercado gastronómico San Juan, cerrado a cal y canto desde la pandemia por quiebra, y a cuyo local no se le ha vuelto a dar ningún uso pese a sus infinitas posibilidades. Lo mismo pasó con el edificio del bar As de Tablas, uno de los más bonitos de todo el complejo. «Lo primero es revivir s’Escorxador dando una nueva vida a estos locales», sugiere el ‘Chino’, cuyas reflexiones comparten la mayoría de restauradores y comerciantes de estas instalaciones.
Averías en los baños: día sí, día también
Las averías en los baños una y otra vez es otro de los problemas que evidencian la falta de mantenimiento. Una reforma de dudosa eficacia y, algunas veces, un mal uso por parte de los usuarios derivan en que los únicos lavabos públicos del centro cierran día sí y día también; cuando no es el de hombres, es el de mujeres, o los dos a la vez. Muchos clientes acaban recurriendo a los servicios de bares cercanos o incluso los del CineCiutat, lo que llega a generar conflictos entre los negocios. «A veces me llaman para saber si los baños están cerrados antes de venir. Si no están disponibles, se van a otro sitio», cuenta Sánchez. Ahora, por lo menos, Cort ha intensificado el servicio de limpieza en los lavabos; hace pocos años eran un foco de suciedad e incluso insalubridad. Sin embargo, las averías, los desperfectos y el deterioro es la tónica general; como se recordará, en mayo de 2022 un camión se estrelló contra un pilar del edificio de CineCiutat y la zona tuvo que estar acordonada casi todo el verano.
Una biblioteca abarrotada
Uno de los problemas que genera más quejas entre los jóvenes es que la biblioteca, una de las más frecuentadas de Palma por la densidad de población de la zona, se llena hasta la bandera y sobre todo en épocas de exámenes está abarrotada a todas horas.
Entre la cantidad de propuestas de los comerciantes no falta la de construir una nueva sala de estudio en el complejo: «Es una pena que vengan los jóvenes a estudiar y se tengan que ir por donde han venido porque no hay sitio».
Las jardineras secas y totalmente descuidadas que adornan el complejo son otra de las caras no tan bonitas de s’Escorxador, y cuando se recorre el centro por el exterior, gran parte de la fachada está cubierta de grafitis y pintadas.
El centro de salud de los horrores
El que sufre la degradación en su máximo exponente es el centro de salud, ubicado junto al acceso de la calle Emperadriu Eugènia. El pasado mes de mayo, en la legislatura anterior, el Govern aprobó una partida de 20 millones de euros para construir un nuevo centro sanitario en la barriada de Bons Aires, que pretende sustituir al de s’Escorxador visto el mal estado en el que se encuentra.
A lo largo de los años, los sanitarios han trabajado sin aire acondicionado, con goteras o desplomes inesperados del techo, por enumerar solo algunas de las deficiencias que sufre el local que lo acoge.
A todo esto, se le suma la situación de inestabilidad de los negocios del complejo. El 31 de diciembre 2021 concluyó la concesión a Mercasa, que se encargó de la explotación comercial de estas instalaciones durante 30 años. De hecho, la empresa ha aceptado abonar 940.000 euros para reparar los desperfectos en el complejo por falta de mantenimiento. Desde que se agotó la concesión, el futuro de los restauradores inquilinos del complejo es muy incierto. El ayuntamiento de Palma, a falta de una nueva concesión, es quien gestiona ahora las instalaciones. Precisamente por discrepancias sobre el nuevo expediente de gestión de s’Escorxador el anterior Ayuntamiento cesó al funcionario Juan Carlos Sastre como jefe del departamento de Contratación.
Durante estos meses el Consistorio ha ido pasando recibo de los gastos de vigilancia, mantenimiento o costes de ocupación de vía pública a los negocios, si bien el anterior equipo de gobierno (que recibió críticas por no tener preparada la concesión a tiempo) dejó lista una autorización para que los locales empezaran a pagar un canon mensual (a excepción de CineCiutat, que tiene el espacio cedido gratis hasta 2032 para garantizar su supervivencia). El objetivo: regular la situación de los comerciantes, que eran concesionarios de Mercasa pero no del Ayuntamiento, para que trabajen en una situación lo más normalizada posible en lo que se prepara la nueva concesión. Entre que se redacta, se licita y se adjudica podrían pasar años.
Ahora, todo depende del nuevo equipo de gobierno: está en su mano agilizar la concesión de este espacio y ponerse en marcha con el mantenimiento, «que falta hace», aseguran los restauradores: «No queremos que s’Escorxador decaiga como ha pasado con Camp Redó o las galerías de la Plaza Mayor».