Científicos en los Estados Unidos han diseñado glóbulos blancos artificiales capaces de matar el 80 por ciento de los tumores sólidos. La terapia, aún en fase de investigación, no solo limpia el cuerpo de células malignas, sino que estos linfocitos “prefabricados” también son capaces de activar un sistema de defensa contra la enfermedad. Los ratones se usaron en experimentos llevados a cabo en tumores de mama, cerebro y piel.

La investigación, publicada el miércoles 14 de junio en Nature Biomedical Engineering, una de las revistas del grupo Nature, subraya que se trata de una nueva terapia con una doble función: eliminar las células cancerosas y enseñar al sistema inmunitario a reconocerlas y matarlas en el momento de la enfermedad y en el futuro si es necesario.

El trabajo proviene del laboratorio de Ingeniería Biofísica de la Universidad de Pensilvania dirigido por Dennis Discher y contó con el apoyo del Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU., los Institutos Nacionales de Salud, la Red de Ciencias Físicas – Oncología y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.

Causa principal de muerte

A pesar de los muchos avances que se han hecho contra las enfermedades oncológicas, el cáncer sigue siendo una de las principales causas de muerte en las sociedades avanzadas. En España, 113.662 muertes fueron causadas por las más de 200 patologías conocidas por el término genérico cáncer en 2020, lo que convierte a este problema de salud en la segunda causa de muerte (22%), por detrás, pero muy cerca, de las complicaciones cardiovasculares. En algunas regiones, como el País Vasco, los tumores ya son la primera causa de muerte.

El avance logrado por los científicos estadounidenses es particularmente interesante porque los tumores sólidos a menudo son difíciles de tratar. La primera línea de tratamiento suele ser la cirugía, que tiene un inconveniente. La extirpación del tumor no garantiza que se eliminen todas las células cancerosas, ni garantiza que las células restantes no puedan mutar y diseminarse por todo el cuerpo (metástasis).

La terapia propuesta por los especialistas de Pensilvania, que es “más específica y holística”, podría servir para “reemplazar el enfoque contundente de la cirugía”, dicen, “por uno que elimine el cáncer desde adentro, utilizando nuestras propias células”.

Diseñar moléculas que atraviesen masas es un reto científico en la lucha contra los tumores sólidos. El grupo liderado por el científico Dennis Discher, profesor de Ingeniería Química y Biomolecular, ha tenido el ingenio de convertir la adversidad en beneficio.

“En lugar de crear una nueva molécula para hacer el trabajo, decidimos usar células que comen invasores: macrófagos”, dijo Discher.

Los macrófagos son glóbulos blancos que destruyen y devoran insectos invasores, virus, bacterias e incluso ciertos implantes. Forman parte del escuadrón celular del sistema inmunitario. Tienen la ventaja añadida de que su respuesta inmune innata enseña a nuestro cuerpo a recordar y atacar las células invasoras en el futuro también, lo que, gracias a esta prueba, convierte su acción en una especie de vacuna contra el cáncer. Un problema es que no pueden atacar lo que no pueden ver.

“Reconocen las células cancerosas como parte del cuerpo humano, no como sustancias invasoras”, dijo Larry Doling, becario postdoctoral que fue coautor del estudio con sus profesores Discher y Robert D. Bent, también ingeniero químico y biomolecular.

La clave de las vacunas contra el cáncer

Lo que el grupo hizo para lograr que este tipo de glóbulos blancos distinguiera y atacara las células cancerosas fue investigar la vía molecular que controla la comunicación de célula a célula. Concluyeron que este proceso estaba gobernado por la interacción entre una proteína de macrófago llamada SIRPa y otra proteína en las células, llamada CD47. Deshabilitar esa conexión fue la clave para diseñar la terapia.

Los investigadores también han descubierto que este tratamiento funciona aún mejor en combinación con otras terapias de anticuerpos disponibles actualmente. Están tan convencidos de los buenos resultados de su trabajo que confían en que en el futuro los pacientes serán tratados por su enfermedad con estas células modificadas.

La terapia con macrófagos, se aventuran, será la clave para el desarrollo de vacunas contra el cáncer, tratamientos que enseñan al cuerpo a reconocer las células tumorales, destruirlas y fortalecerlo contra nuevos ataques.