Ann no consigue que su compañera de piso pague su parte del alquiler, pero tampoco que se vaya. Ha intentado entrar en su casa, pero la persona que vive con ella no le permite acceder. Su única manera de entrar en la vivienda es llamando a la policía.
Eran tres convivientes, y cada uno alquilaba una habitación. Pero desde que esta compañera ha llegado al piso se ha hecho imposible la convivencia.
Empezó a acumular basura por todas partes y colocó cadenas a los armarios para proteger su comida. Además, llevó a sus dos mascotas a las que permitía defecar en cualquier parte de la vivienda.
La situación ha ido cada vez a peor y ha conseguido echar al resto de sus compañeros, que si entran a por sus pertenencias ella los amenaza con denunciarlos.
Dejó de pagar al poco de instalarse allí y su deuda asciende a los 3.000 euros de alquiler, 1.200 entre luz y agua, 1.000 por las habitaciones vacías y una suma importante en gastos legales.
«Cuando tenía la regla veías el lavabo lleno de sangre»
En ‘Y ahora Sonsoles’ hemos hablado con Ann, que ha explicado que llevaba 8 años viviendo allí y siempre ha tenido buenas convivencias, pero desde que llegó ella, a las dos semanas ya estaban llamando a la policía.
Fue la asistenta social quien pagó la fianza y los dos primeros meses, pero a partir de ahí dejó de abonar el alquiler y les empezó a hacer la vida imposible. «Nos quitaba cosas que son de uso común», ha asegurado, e incluso les exigía que arreglaran cosas que nunca habían funcionado.
Ann sigue pagando el alquiler, por lo que sigue teniendo derecho a entrar, ha dicho, pero no puede vivir ahí porque, según ella, es insalubre. Además, son sus muebles, entre ellos, el sofá, que está lleno de orina de su perro. «Cuando tenía la regla veías el lavabo lleno de sangre», ha dicho.
No solo no limpiaba, sino que además, ha contado Ann, encendía la aspiradora durante el día cuando sabía que alguno de los compañeros trabajaba de noche y tenían que dormir, por ejemplo.
Junto a Ann hemos llamado a la policía y ha dejado entrar a su compañera, que ha podido coger sus cosas pero ha vuelto a salir. «Mientras ella esté aquí no puedo vivir», ha dejado claro.