La decisión de EEUU de «usar todo su poder» para frenar «el flujo de drogas hacia su país» que atribuye al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y un desconocido «Cártel de los soles» que supuestamente lidera el presidente supone en principio una peligrosa escalada de las ya muy tensas relaciones bilaterales. Al anunciado despliegue cerca de la zona marítima venezolana de tres destructores con 4.000 marines con 4500 marines a bordo, aviones espía P-8 y submarinos estadounidenses, Maduro respondió con el estado de alerta de 4,5 millones de ciudadanos en condiciones de utilizar armas.
El Ministerio de Exteriores dijo que las «amenazas» de Estados Unidos revelan su «falta de credibilidad». No afectan solo a Venezuela «sino que ponen en riesgo la paz y estabilidad de toda la región«. El hecho de que la Casa Blanca acuse al Palacio de Miraflores de promover el narcotráfico, añadió, demuestra «el fracaso» de las políticas de Donald Trump al sur del río Bravo. «Cada declaración agresiva confirma la incapacidad del imperialismo para doblegar a un pueblo libre y soberano».
El diario oficial ‘Ultimas Noticias’ se preguntó perplejo este miércoles sobre las razones de este nuevo capítulo de tensión «cuando se pensaba que las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela se encontraban en un proceso de reconocimiento mutuo, de diálogo y negociación». Aludía a los acuerdos para repatriar migrantes deportados y también la extensión de la licencia a Chevron para operar en el país sudamericano. Todo se ha complicado a partir de la «supuesta recompensa a quien ofrezca información que conduzca al arresto del presidente Nicolás Maduro». El precio de 50 millones puesto a la cabeza presidencial por la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, es señalado por ‘Ultimas Noticias’ como el comienzo de esta nueva etapa. Bondi aseguró, además, que se han confiscado 700 millones de dólares en bienes que pertenecerían a Maduro. El Gobierno se tomó en solfa esa declaración a la cadena Fox.
Las autoridades venezolanas parecían el martes oscilar entre tomarse muy en serio la situación y considerarla apenas una cortina de humo. Cuando la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo el martes que Washington «está preparado» para no escatimar recursos a los efectos de «llevar a los responsables (del narcotráfico) ante la justicia», Maduro respondió con una arenga: «¡misiles y fusiles para la clase obrera, para que defienda nuestra patria! «. Horas más tarde, el canal Telesur habló, sin embargo, de una «operación psicológica» en su portal. La noticia fue luego borrada. El senador trumpista por Florida, Carlos Giménez, respondió a las descalificaciones de Caracas. «Hemos desplegado un avión P-8 Poseidon desde Estados Unidos hacia Venezuela. Este avión militar se especializa en patrulla marítima y guerra antisubmarina. La recompensa de 50 millones de dólares aún está disponible. Les queda poco».
Inquietud de Colombia y México
Más allá de los alcances materiales de las declaraciones provenientes desde Washington, Colombia se ha tomado en serio el posible escenario de conflicto. Dijo el presidente Gustavo Petro al respecto: «Los gringos están en la olla si piensan que invadiendo Venezuela resuelven su problema, meten a Venezuela en el caso de Siria, solo que con el problema arrastran a Colombia a lo mismo porque irían estos grupos a apoderarse de las riquezas del subsuelo, los minerales, y eso significa más economía para la muerte no para la vida. Así que yo le dije a Trump a través de sus emisarios que eso sería el peor error». La semana pasada, Petro había advertido que «cualquier operación militar que no tenga aprobación de los países hermanos es una agresión contra Latinoamérica y el Caribe». México y Brasil se pronunciaron con mayor cautela pero en la misma dirección.
La llamada de atención del Palacio Nariño no estuvo reñido de otras inquietudes que ligan a Venezuela con el problema del narcotráfico. Petro recordó que las disidencias de las FARC y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) mantienen operaciones binacionales entre los dos países y se alimentan de las economías ilícitas y los vínculos con mafias internacionales. «Diosdado (Cabello) dice que en Venezuela no están… sí están. Yo lo que he hecho es invitarlos a sacarlos, coordinando», dijo también Petro sobre una reciente opinión del ministro del Interior y Justicia madurista. Cabello había asegurado que se desmantelaron «cinco intentos» de establecer campamentos narcos en territorio venezolano. «De este lado no lo van a hacer, nuestras fronteras están resguardadas, cuidadas. La guerra que tienen en Colombia con grupos paramilitares es una guerra histórica, no tiene nada que ver con nosotros». Bogotá no cree en esas afirmaciones. Y Estados Unidos toma nota de esas controversias.
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