El incendio que se originó este viernes entre Casar de Cáceres y Arroyo de la Luz ha dejado una estela de daños en el campo y ha puesto a prueba la capacidad de reacción de vecinos y ganaderos. El fuego ha afectado a viviendas, fincas ganaderas y animales, muchos de ellos enfermos por la ingesta de hollín. Las partes más afectadas han sido la urbanización Viñas de la Mata, cuyos vecinos fueron desalojados y ya han podido regresar, y la zona del Vicario.
50 hectáreas perjudicadas
La alcaldesa de la localidad, Marta Jordán, explica que la situación todavía debe ser evaluada por el SEPEI, aunque desde el Ayuntamiento están recorriendo las parcelas damnificadas y evaluando la situación de los vecinos. Durante el día han recorrido los 50 kilómetros del perímetro perjudicado para atender a los ganaderos «ofreciéndoles paja y ayuda para reparar las redes quemadas. También hemos visitado lo que llamamos la ‘zona cero’ en la zona de La Zafrilla, en Arroyo de la Luz, donde los daños se concentran principalmente en el campo, sobre todo, en encinas«, afirma.
Marta Jordán, alcaldesa de Casar de Cáceres. / Jorge Valiente
Para Jordán, lo más crítico ha sido la pérdida de pasto. También destaca que el trazado del AVE actuó como barrera natural, evitando que el fuego llegara al polígono industrial y a la residencia de mayores. Aunque pone de manifiesto que de cara al futuro hay que reforzar cortafuegos en las fincas, subraya que «la virulencia del incendio fue tal que daba igual cuán preparadas estuvieran porque las llamas las arrasaron igual. En apenas diez minutos una columna de humo inmensa lo cubría todo. Al poco, recibí la orden de evacuar», relata.
Animales enfermos
Las consecuencias de la devastación han sido especialmente dramáticas para César Barrantes, que cuenta con varias fincas en la zona del Vicario, donde el fuego cruzó la carretera en cuestión de segundos y arrasó las 50 hectáreas de su finca y otras 100 de una de la familia. Aunque ningún animal ha muerto, la mayoría de sus vacas están enfermas. Tienen diarrea por la ingesta de ceniza y Barrantes se ha visto obligado a trasladarlas y suplementar su alimentación, con un gasto que define como descomunal: «Donde antes gastaba dos camiones de paja, ahora voy a necesitar cuatro o cinco. Y si antes eran 20 sacos de pienso al día, ahora harán falta 30 o 35».

Vacas evacuadas en la carretera Arroyo-Casar / Jorge Valiente
A pesar de todo, para el ganadero del Casar «lo peor fue pensar que las llamas podían alcanzar mi casa». Decidió salir de la finca cuando vio que el fuego de cerca, pero regresó a la casa porque tenía dos mastines dentro que «por suerte, están vivos, aunque cubiertos de hollín. Ha sido muy duro ver liebres y otros animales salvajes salir huyendo entre las llamas», admite.
También revela que la alcaldesa estuvo muy pendiente y en minutos coordinó dos helicópteros que evitaron que se quemara su pajar. «Aun así, la incertidumbre es enorme, sobre todo porque las vacas iban a empezar a parir», señala.
Los medios aéreos, claves en la extinción
Los ganaderos han vivido de cerca la devastación. Miguel Ángel Patrón recuerda cómo el fuego, que comenzó cerca de la carretera de la Virgen del Prado, llegó finalmente a su finca quemando entre 15 y 20 hectáreas. «Por suerte no ha habido pérdida de animales; mis reses pudieron moverse y mantenerse sanas».

Testimonio de Miguel Ángel Patrón, ganadero de Casar de Cáceres. / Jorge Valiente
Patrón subraya que la llegada de helicópteros fue clave para controlar las llamas más rápido, aunque «el miedo sigue, porque con tanto viento nunca sabes si puede reavivarse«, señala.
Testimonio de los desalojados
José María Tovar, vecino de La Jara, vivió la alerta desde el mismo momento en que se les avisó para desalojar la zona por temor a la expansión del fuego desde la zona de La Zafrilla. «Vivimos a 300 metros de la Virgen del Prado. El punto de coordinación se estableció en el restaurante El Gallo, donde la alcaldesa estuvo permanentemente pendiente, junto a Protección Civil y Guardia Civil, que mantuvieron controladas las carreteras para evitar que nadie se quedase atrapado», relata.

José María Tovar, propietario de una finca en la zona. / Jorge Valiente
Tovar detalla que pudieron regresar a su finca con escolta de la benemérita y constatar que «no se había quemado el pasto ni tampoco los animales». Gracias a la coordinación, aunque hubo reactivaciones en la tarde del sábado, los equipos de extinción lograron controlarlos rápidamente: «para mí, los efectivos han hecho una buena labor, no solo los que se jugaron el tipo, sino también quienes atendieron e informaron a la gente«, asegura.
A pesar de la dureza del incendio, la coordinación entre vecinos, ganaderos y Ayuntamiento ha sido clave para limitar los daños y garantizar la seguridad. Sin embargo, el recuerdo de las llamas y el humo sigue latente, y la recuperación del campo y del ganado será un desafío que se prolongará durante los próximos meses.