El baño acumula humedad, bacterias y residuos con más rapidez que cualquier otra estancia, tal y como explica la cuenta de Instagram @huele.a.limpio.
Estos cinco descuidos cotidianos favorecen olores, moho y contaminación cruzada, pero todos tienen remedio sencillo.
1. Dejar la tapa del inodoro abierta
Cada vez que se tira de la cadena, el agua genera un aerosol microscópico que puede llegar a 1,5 metros de altura y depositar gérmenes sobre muebles, toallas o cepillos de dientes. Cerrar la tapa antes de accionar la cisterna reduce drásticamente esa dispersión invisible.
2. Secar las toallas dentro del baño
La humedad permanente impide que la tela se airee y crea un caldo de cultivo para hongos y mal olor a «humedad rancia». Después de usarla, estira la toalla y cuélgala en un tendedero exterior o en la habitación más ventilada de la casa; se secará antes y durará más.
3. Usar alfombrillas de tela convencionales
Las típicas alfombras mullidas retienen agua y acumulan ácaros incluso después de lavarlas. Sustituirlas por una alfombrilla de diatomita (una placa dura de tierra de diatomeas que absorbe y evapora el agua en segundos) mantiene el suelo seco, evita hongos y se limpia con un simple cepillado.
4. Dejar los cepillos de dientes expuestos
Si permanecen al aire, los cepillos recogen el aerosol del inodoro y las salpicaduras del lavabo. Guárdalos en un estuche ventilado o en un armario, siempre secos y con el cabezal hacia arriba. Cambiarlos cada tres meses y tras una gripe reduce aún más el riesgo de reinfección.
5. Permitir que la papelera se llene
Entre pañuelos, bastoncillos y restos de maquillaje, la basura del baño produce olores y atrae pequeñas moscas. Usa un cubo con tapa y bolsa interior y vacíalo al menos dos veces por semana, incluso si no está lleno; bastan unos minutos para renovar el ambiente y evitar gérmenes.
Estos cambios mínimos mantienen a raya bacterias, moho y malos olores, prolongan la vida útil de textiles y accesorios y hacen del baño un espacio más saludable.