Estaba presente en el partido entre el Dortmund y el Fluminense, que mereció ganar este último, y les comentaba a mis compañeros de estadio que veía claro, desde el principio de la Copa, que los equipos sudamericanos y concretamente los brasileños, podrían dar una sorpresa en esta competición. Argumentaba, durante el encuentro, que los europeos venían de una temporada larga, y seguida, y que llegaban en reserva, mientras que los sudamericanos, con sus dos mini-temporadas, la apertura y la clausura, llevaban solo desde febrero jugando al máximo nivel y que, ahora, estaban en su mejor momento.
Añadía a eso que el fútbol brasileño, que se estaba reestructurando, y no solo monetariamente, sino fichando a sus propios jugadores que volvían a casa, sino también a otros, estos extranjeros, que le daban un plus de competitividad.
Pues bien, el Flu y el Borussia empataron, a duras penas los teutones, lo que ya presagiaba algo, que ocurrió cuando el Botafogo se alzó victorioso contra el temible PSG, que había pasado como una apisonadora sobre el Atlético de Madrid. Los parisinos no pudieron con el empuje físico de los jugadores del «Glorioso» carioca.
Entre paréntesis, el dueño del Botafogo, John Textor, lo es también del Olympique de Lyon, rival del PSG en Francia, lo que le produjo mayor satisfacción aún… Pues bien, esa victoria era la primera de un equipo de América del Sur contra un europeo desde la que obtuvo el Corinthians contra el Chelsea en 2012 en una competición de Copa del Mundo de Clubes o parecidos (cualquier denominación anterior que tuviera).
Así, quince años después, llegaba este hito, pero al ser la primera Copa disputada no en diciembre sino en junio, ha permitido esa facilidad, si se quiere. También el Flamengo, un día después del Botafogo, pasó por encima del Chelsea, 3-1, y el Oporto no pudo con el Palmeiras… En definitiva, los brasileños dominan, ya que este mismo Palmeiras lidera el grupo A, el Botafogo el B y el Flamengo el D.
No sé si mi pronóstico se va a cumplir, porque todo puede pasar en el fútbol, y más cuando está el Bayern de Munich, que parece no tener cansancio… pero si tuviera que apostar, me la jugaría con un brasileño.
Esto, además, es lo que quiere FIFA, que haya competitividad y que no sea un euro-paseo, además de que los clubes de todo el mundo puedan encontrarse en una lid distinta a todas, con 32 equipos. El formato está funcionando, con campos muy llenos, alrededor del 75% de ocupación, en un país que aún está empezando a comprender el fútbol.
Estas victorias o empates de los brasileños quizá hagan que algunos vuelvan a poner sobre la mesa la sobre exposición de los jugadores de las ligas europeas, una preocupación mayor de la FIFPro (el sindicato mundial de futbolistas), que siga insistiendo en la imposibilidad de que se cumpla el calendario que pretende, dicen, imponer la FIFA.
De hecho, la parte francesa de la FIFPro, a la que se unió después la PFA, el sindicado inglés, ha denunciado a la FIFA ante las autoridades de la Unión Europea por estimar que el calendario va a destrozar el físico de sus afiliados. No sé si el fútbol europeo vencerá en esta Copa del mundo, pero sería un punto a favor de la FIFPro si no lo hiciera, dando pábulo a sus ideas de que se sobrecarga al trabajador del balompié continental. Lo contario, que el PSG, Bayern, Real Madrid u otros, vencieran, sería un contrapié a sus deseos.
Por lo tanto, no se juega solamente en el campo, sino que hay otras circunstancias, deportivas sí, pero también legales, que están sobre el tapete. Siempre existen estas batallas por el poder, porque, estimados lectores, eso es siempre lo que ocurre, en cualquier campo: llegar a obtener el control, sea este de instituciones políticas, vecinales o deportivas.
No olvidemos que el ser humano tiene esos deseos… Pero no me quiero poner filosófico, sino que, una vez vuelto del inicio de ese mundial de clubes, me queda verlo por la televisión y esperar a que mi pronóstico se cumpla: ¿ganará un brasileño?
En fin, entretanto, recomiendo vivamente «Por si un día volvemos», de María Dueñas, que nos hace reencontrarnos con un pasado que pocos conocen o recuerdan, cuando en nuestra comunidad tuvo mucha repercusión, sobre todo por Alicante, donde un grupo numeroso de españoles, hispanofranceses y otras mezclas, dejaron una ciudad muy española, la argelina Orán. Disfruten y cuídense.
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