Ambientazo en Orriols para apoyar a su Levante. / F. CALABUIG
Sé que el titular es anacrónico, pero casi todos los lectores me habrán entendido. Al acabar la jornada 36, así podría estar la clasificación de Segunda: Llevant 66, Elche 66, Racing 60, Huesca 60, Mirandés 59, Oviedo 58. Nada es definitivo en el fútbol y menos en esta loca-loca Segunda división, pero se avecina un fin de semana decisivo para la aspiración del levantinismo. Lógicamente, no es por desear el mal a nadie, pero muchos granotes estarán el viernes y el sábado, antes del duelo contra el Zaragoza, pegados a las pantallas, con el Sporting-Mirandés y el Huesca-Racing, y el domingo, con el Córdoba-Oviedo y el Elche-Albacete. El ascenso directo está en disputa. Todo está en juego en estos cinco partidos. Si sale como deseamos, la escuadra blaugrana valenciana viajaría el sábado siguiente a la capital asturiana con una clara sensación de final. Y lo haría en una posición de privilegio: +8 respecto a los carbayones y +6 (mas golaveraje) sobre la tercera plaza, a falta de 18 puntos en disputa. Siguiendo en el terreno de la hipótesis, en este contexto, un triunfo en el Tartiere representaría un auténtico paso de gigante. Estamos en uno de esos puntos de la competición en que las victorias valen mucho más que tres puntos.
Lo más importante de todo es vencer al Zaragoza, por supuesto. Si alguien cree que será sencillo, ha perdido la cabeza. El equipo maño, diseñado para estar arriba, porfía por ahuyentar el riesgo de descenso. Desde 1949 solo ha estado en Primera y ocasionalmente en Segunda. Hace cuatro partidos que tiene a Gabi Fernández en el banco, y de momento no ha sido el revulsivo esperado, en cuanto a resultados. El exfutbolista fue acusado de amañar el partido del Ciutat de València de 2011, donde él mismo marcó dos goles para sellar la permanencia. Fue un día terrible para el levantinismo, una de las mayores infamias de nuestra historia reciente. Los de Gabi llegan esta vez acompañados de unos 1.500 seguidores. Los de Calero sentirán el aliento de 20.000, en la semana en que se ha hecho público que los restos de José Ballester Gozalvo, fundador del club, reposarán al fin en el Cabanyal, junto a los de su esposa Teresa Molins. El partido se disputa en plena Semana Santa, con viajes planificados desde hace meses, y en Dissabte de glòria, que acabará con la tradicional “trencà de perols” para cerrar la vigilia en la Valencia marítima y anunciar la resurrección. Sin embargo, pese a todo, el Nou Estadi estará hasta las banderas. Y rugirá como ante el Racing. Los que no pueden ir han cedido sus pases a otros levantinos. La victoria sería, si me permiten el paralelismo, casi una resurrección, tras tres años crueles intentando recuperar el lugar que jamás debimos perder.
No sirve de nada lamentarse por las ocasiones perdidas ante el Córdoba que hubiesen permitido sumar de tres. Es obvio que, pese a todo, este equipo tiene dinamita en ataque y la determinación para hacer realidad el sueño de toda la Valencia blaugrana. Para ello es imprescindible ahuyentar la tentación de cualquier confianza frente a los aragoneses, dar el 115%. Apelamos una vez más a la inteligencia emocional de ese vestuario. Y que el estadio retruene cada vez que el Llevant lo necesite. Que los transistores, además, nos sean propicios. Nuestro futuro está en juego. Y lo tenemos a tiro de piedra.