En lo alto de una ladera en el norte de Gran Canaria, donde el viento golpea sin tregua y el silencio lo envuelve todo, yace una cicatriz abierta en la montaña. Es la Cantera de Cueva Herrera, un lugar tan insólito que cuesta creer que esté en el municipio de Gáldar y no en un rincón remoto de otro planeta.
Este espacio olvidado fue en su día una intensa zona de extracción minera. La tierra fue perforada hasta crear inmensas cuevas interconectadas. Algunas de ellas se derrumbaron con el tiempo, como si el lugar no soportara más el peso del olvido. El picón, negro en las capas profundas y marrón en las más superficiales, revela la huella de lo que una vez fue un motor de desarrollo para la zona.