Alberto Núñez Feijóo está cada día más perdido y ya ni sabe dónde va. Su falta de un proyecto político claro, sus dudas permanentes y su miedo a que pronto lo echen como a Casado, lo tienen fuera de sí. Un día vota en contra de subir las pensiones y al día siguiente, cuando ya no es necesario, dice que votará a favor. Un día se manifiesta radicalmente en contra de la amnistía y al día siguiente asegura que él la habría aprobado también. Un día lanza descalificaciones durísimas hacia Puigdemont, pero al día siguiente trata de acordar con él.

El expresidente gallego estaba convencido, cuando fue elegido líder nacional del PP, de que en un rato acabaría con Pedro Sánchez. Se equivocó rotundamente. El presidente socialista siempre se crece ante las dificultades, suda la camiseta y no da una pelota por perdida. Lo ha vuelto a demostrar sacando adelante la subida de las pensiones, las ayudas al transporte gratuito o las ayudas a los afectados por la DANA. Perdió la votación en el Congreso y en cuestión de horas, se recompuso y fue capaz de conseguir los apoyos necesarios para que el escudo social saliese adelante.

La consistencia, la capacidad negociadora y valentía del presidente del gobierno tiene noqueado a Feijóo,  por eso da tantos bandazos. Unos bandazos que lo han debilitado como líder del PP. Es cierto que nunca ha tenido las ideas claras. Cambia de opinión como de camisa. Y esas dudas e incertidumbre las trata de compensar con radicalidad, tratando de dividir a la población, con un discurso plagado bulos y lleno de odio.

Se presentó el primer día de su liderazgo en el PP como “moderado”, pero no era más que otra de sus muchas mentiras y falsedades. Feijóo ha resultado ser el líder más radical del PP en la historia, solo a la altura de Aznar. Sin ni una sola propuesta para mejorar la vida de la gente; sin votar “sí” a nada que beneficie a los españoles y españolas y con unos planteamientos más próximos a la ultraderecha que a una derecha centrada.

Sus patinazos permanentes, su falta de valentía a la hora de tomar decisiones, su incapacidad manifiesta para plantear soluciones a los problemas de los ciudadanos y frases como “no soy presidente porque no quiero” o “ahora voto que “sí” al decreto, porque Sánchez deseaba lo contrario” le perseguirán de por vida.

Feijóo se ha especializado en hacer el ridículo. Ha vuelto a protagonizar un nuevo giro inesperado en su estrategia política. Ha pasado de votar en contra el decreto social del Gobierno, a decir unas horas después que lo votaría a favor. Pero, no ha quedado ahí la cosa, porque el portavoz del PP, Borja Sémper, ha llegado a decir, que “pese al sí del PP al decreto de las pensiones, seguimos estando en contra”. ¿Alguien lo entiende? Pues eso.

Este último bandazo de Feijóo ha dejado en evidencia la inconsistencia de su discurso, su incoherencia y su error de estrategia. Y todo ello unido, ha avivado el malestar interno en el Partido Popular, que ve como su aún líder, se mueve sin brújula y lo que es peor, sin un proyecto claro y definido.

Y luego está lo de Mazón, que por mucho que Feijóo lo proteja, todo el mundo sabe que tiene que dimitir. Feijóo no es capaz de pedírselo, porque se encuentra muy débil en el PP, y el presidente valenciano es uno de sus pocos aliados. Pero el desgaste, que está suponiendo para el PP mantener a Mazón al frente de la Generalitat valenciana, es considerable.

Feijóo también le abrió la puerta a Vox a los gobiernos autonómicos y municipales, fue lo primero que hizo. En el PP han sido muchos los que le han pedido al expresidente gallego que cambie de estrategia y se aleje de tanto entendimiento, porque radicaliza al partido, pero él no solo no lo ha hecho, sino que le ha copiado el discurso ultra a Abascal.

Y ahora el “monstruo” que ha conseguido crear, se le está volviendo en contra. La debilidad de Feijóo, a consecuencia de sus bandazos y el desconcierto que está creando, está haciendo crecer a la ultraderecha. Abascal está “tumbado a la bartola” mientras Feijóo le hace el trabajo sucio. Y Vox está atacando duramente las dudas y los titubeos del expresidente gallego para tratar de arrancar un buen número de votos, comiéndose al PP por los pies.

Se está registrando una creciente inquietud en las filas del PP sobre la capacidad de liderazgo de Feijóo, que además se agravan con la posibilidad de que Espinosa de los Monteros, antiguo dirigente de Vox, esté preparando un nuevo partido, que podría fragmentar aún más el bloque de la derecha. A lo que se suma lo que pueda rascar electoralmente el partido de Alvise. Demasiados gallos en el gallinero.

Los barones del PP están cada día más nerviosos. Saben que están perdiendo votos por días ante las inseguridades de Feijóo y han aumentado las apuestas sobre cuándo lo largarán. Hay quien dice que será muy pronto. Aunque parece que en 2025 no habrá elecciones, nadie sabe si se registrará adelanto electoral en alguna comunidad autónoma y llegar con Feijóo como líder nacional, resta y mucho.

Mientras tanto Ayuso, la que espera ser la elegida, calla y se frota las manos a sabiendas que el lío monumental que está generando Feijóo, está consiguiendo un efecto muy positivo para ella, puesto que le está tapando todos los escándalos políticos que la rodean en Madrid. Y de momento sigue esperando, a que Feijóo se siga cociendo a fuego lento en su propia salsa.

Ayuso espera y desea darle a Feijóo el mismo destino que le dio a Casado, mandarlo a su casa. Ella es consciente de que si no es cabeza visible del PP en las próximas elecciones generales, jamás lo volverá a ser, porque con todos los líos que tiene alrededor, el tiempo juega en su contra.

Tras el voto negativo de Feijóo a subir las pensiones, a mantener las ayudas al transporte gratuito, a destinar ayudas a los afectados por la Dana o a destinar más recursos para educación y sanidad en las comunidades, no sabemos cuál será su siguiente desastre. Ya cabe esperar poco de él. Solo barro, crispación, odio y polarización. Por desgracia para España y los españoles, esto es lo único que el expresidente gallego puede aportar a día de hoy. Los ciudadanos y ciudadanas deben tomar buena nota de ello.

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