Existe un lugar que, a día de hoy, conserva en su casco histórico el estilo de vida de una población que servía de cruce de caminos y parada de comerciantes. Un sosiego del alma ante la frenética de una gran ciudad que, pese a su cercanía, no podría estar más lejos. Un emplazamiento cuya historia, de más de cinco siglos de vida, no es sólo una biografía de la antigua Castilla, sino de España entera.

A poco más de media hora en coche del centro de la capital se encuentra Navalcarnero, una pequeña localidad que, durante mucho tiempo, el silencioso campo mantenía escondida entre viñedos y labranza. Fue en el siglo XVII cuando cesó su descanso, al guarecer el enlace entre el rey Felipe IV y Mariana de Austria.

Entre ermitas y humilladeros, el turista recorre el camino que los mercaderes de antaño hacían a caballo. Es esa «esencia castellana», conservada a pesar del paso de los años lo que, en palabras de Leticia Correas, concejala de turismo del municipio, se convierte en el principal atractivo turístico de la localidad. El camino de una villa cuyo amor por el buen comer (siempre acompañado de una copita de vino tinto), hace gourmet al más tragón. El camino de una población que vio una oportunidad y luchó por labrarse un nombre propio.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es la referencia histórica más antigua de Navalcarnero | @Archivo D.G. Turismo y Hostelería – Comunidad de Madrid

El programa Villas de Madrid incluye a Navalcarnero en su lista de once localidades de la Comunidad de Madrid reconocidas por la riqueza de su patrimonio, uniéndose así a otras como la onírica Patones de Arriba o la hollywoodiense Chinchón, que Wes Anderson utilizó para rodar su película Asteroid City.

Enoturismo y gastronomía, los dos placeres de la vida

Si en Torrelaguna Cary Grant enamoró a Sofía Loren ante los ojos de Frank Sinatra, Navalcarnero fue testigo del enlace real entre Felipe IV y Mariana de Austria, y sin película de por medio. El municipio, 375 años después, lo recuerda y festeja con cariño, celebrando, a finales de agosto, el Real Mercado del Siglo de Oro. La localidad baila, se disfraza y zampa de la olla del segador, un guiso típico que evoca al cocido madrileño y al que no tiene nada que envidiar.

Los asados de cordero y piezas de caza menor (conejo, liebre y perdiz) no codician la popularidad de los de Chinchón. Son algo muy suyo, muy de disfrutarlos a trago de un buen vino. La subzona de Navalcarnero incluye los 19 municipios del área central sur de la Comunidad de Madrid que recogen cuatro bodegas con D.O. Vinos de Madrid. Un total de 1694 hectáreas de viñedos que hacen de la localidad parada obligatoria para todo aquel que disfrute de la cultura de dicha bebida. «El enoturismo es un gran enlace tanto gastronómico como cultural, que pone énfasis en el patrimonio y cultura de Navalcarnero», comenta Correas.

La plaza de Segovia es un lugar ideal para disfrutar del buen vino de Navalcarnero
La plaza de Segovia es un lugar ideal para disfrutar del buen vino de Navalcarnero | @Hugo Fernández_Comunidad de Madrid

Tomemos, por ejemplo, la Plaza de Segovia. El punto central de la ciudadela es también uno de los mejores lugares para catar la gastronomía que ofrece la localidad, bajo la mirada atenta de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Es, también, el lugar preferido de la concejala de turismo, al ser una referencia para «todas las rutas que salen desde municipio». Testigo de la historia y vida diaria de Navalcarnero, la Plaza abraza a sus vecinos y demuestra que, por mucho que haya visto, todavía está dispuesta a ver mucho más.

Las plazuelas del arte eterno

No muy lejos de ahí, arte e historia se entremezclan en una plazuela cuyo nombre, Alonso de Arreo, hace honor al navalcarnereño que, en 1520, se sumó a veinte hombres armados a la revuelta de los comuneros. Acontecimiento que el pintor español Alberto Pirrongelli, inmortalizó en el gran mural que decora el lugar. Un pequeño museo al aire libre junto a un gran museo subterráneo, el Museo del Vino, actualmente cerrado por reforma.

Cerca está también el Parque Museo Feliciano Hernández, un espacio al aire libre dedicado al escultor que lo bautiza. Afincado en Navalcarnero casi que de nacimiento, el trabajo de Hernández es de los más relevantes en el ámbito escultórico español de la segunda mitad del siglo XX, y su obra se exhibe en la localidad que lo vio crecer, en el espacio que recuerda al hombre que hay detrás.

Pero el arte no son sólo pinacotecas (o vinotecas), también lo es la escritura, la actuación, el drama… El Teatro Municipal preside la plaza del Teatro, luciendo facha de una construcción en ladrillo visto donde las artes escénicas llevan al público a un periodo de esplendor cultural.

Un municipio familiar

Navalcarnero es también un enclave onírico por su proximidad con el río Guadarrama. Pasear por sus calles empedradas y su casco histórico es sin duda, en palabras de la concejala, un plan «muy asequible para ir con familias».

De la misma manera, la localidad mantiene cada año varias fechas de eventos culturales para tenerlos agendados, como «la fiesta de la vendimia en octubre, la fiesta de la matanza en febrero, o el Real Mercado del Siglo de Oro de agosto, además de las fiestas patronales de la Comunidad». Planes culturales que acercan a las nuevas generaciones un estilo de vida rural y apacible que choca directamente con la frenética de la gran ciudad vecina.

Desde la página web de Navalcarnero en el programa Villas de Madrid, puedes planificar tu viaje al pequeño municipio con rutas recomendadas y métodos de llegada, ya sea en coche o en autobús desde la capital.

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