Este domingo, el PP nos regalaba una noticia directamente sacada de ‘Torrente el brazo tonto de la ley’: se van a querellar contra el PSOE por finanaciación ilegal anunciándolo desde una sede pagada con dinero en B. Cuca Gamarra ha anunciado la querella sin recordar que el pasado mes de julio les llegó la última sentencia de ‘dopaje electoral’ el del PP de Valencia ciudad, una sentencia que se suma a la de la Comunidad Valenciana o a la de la caja B del PP. Tampoco ha recordado que su partido creó una policía patriótica para robar las pruebas que les implicaban y tratar de secuestrar a la familia de su propio tesorero. Y mucho menos se le ha pasado por la cabeza recordar que salieron del Gobierno gracias a una moción de censura por la corrupción de su partido…pero es que parece que a la memoria de los populares les fallan las pilas últimamente porque mucho Koldo, mucho Ábalos, mucha Begoña pero de los suyos, que es mucho y muy deleznable, nada de nada.

Pero entremos en materia más allá del anuncio de Gamarra. El periodista de ElPlural.com Antonio Avendaño nos regalaba este domingo una análisis excelente en el que hablaba de la “inutilidad” como corrupto del exministro de Transportes José Luis Ábalos. Y no me malinterpreten, que no hay corrupción de primera y de Segunda, que corrupto es el que coge un euro del erario o el que se lleva un millón. Pero sí que hay campeones o simples participantes en la carrera para mejor ladrón de dinero público. Igual que también tenemos quienes cogen la katana política, como fue el caso del PSOE de Pedro Sánchez con Ábalos, y quienes no solo destrozan pruebas a martillazos, sino que elevan el silencio del partido a la categoría de arte. Y es en esa segunda categoría donde el PP, primero con Mariano Rajoy a la cabeza, después con Pablo Casado, y ahora con Alberto Núñez Feijóo rizando el rizo son unos maestros.

En el PP no dudan en coger el micrófono desde una sede pagada con dinero negro y gritar a los cuatro vientos, e incluso anunciar querellas contra el PSOE, cuando el señalado es el que tienen frente a ellos. Pero ay pobrecitos cuando son ellos los señalados. Cuando son ellos no solo no abren la boca, es que en el caso del Gobierno de Rajoy no dudaron en montar una policía patriótica para robar y cargarse la pruebas que tenía su propio extesorero, Luis Bárcenas, contra ellos. Eso por no hablar de lo anteriormente mencionado del ordenador, formateado más de 25 veces y destrozado a martillazos, que parece más sacado de Amanece que no es poco que de El Topo de de John Lecarré.

Memoria corta, hemeroteca larga

En España la memoria es corta, pero para desgracia de los populares la hemeroteca es muy larga. Aquí quien suscribe estas líneas todavía se sonroja cuando recuerda el momentazo de Pablo Casado diciendo que ya no iban a contestar preguntas sobre corrupción porque eso era poco menos que del pleistoceno, y que no iba con ellos. También está en la memoria colectiva cómo se negaron a salir a denunciar el caso Erial. Sí, ese donde el exministro de José María Aznar y expresidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, ha sido juzgado por presuntamente amañar contratos públicos. Nota de autor: aún no hay sentencia y ha sido juzgado en una sala de la Audiencia Provincial de Valencia que Genoveses conoce a la perfección.

Y por qué le cuento esto lector. Pues para que lo entiendan me veo obligada a citar dos párrafos del magnífico análisis de Avendaño:

Lo que cuesta entender de la conducta delictiva de Ábalos prefigurada en el informe de la UCO es el contraste, la paradoja, la distancia que existe entre “el papel relevante y de responsabilidad” que los agentes le atribuyen y la exigüidad de los beneficios obtenidos: ¿posibilitar la insultante riqueza obtenida por otros, como el turbio empresario Víctor de Aldama, a cambio simplemente de que le paguen a tu novia el alquiler de un apartamento en el centro de Madrid o de que te permitan el disfrute de un chalé cerca de Sotogrande?

Si no se le descubren nuevos y más sustanciosos rendimientos, Ábalos sería como corrupto una nulidad y como delincuente un pardillo, pero como político una bomba (y no una bomba normal, sino una de esas que llaman de racimo, que al abrirse liberan un gran número de pequeñas bombas). En un ranking de políticos corruptos de la España democrática, José Luis Ábalos ocuparía una posición bastante discreta si el baremo aplicado para evaluar el grado de excelencia delictiva fuera el rendimiento económico obtenido por cada uno de los incluidos en la clasificación.

Pues bien, ahora que han leído lo anterior me explico: pongamos el ejemplo de Zaplana, a quien es la misma UCO que ha hecho el informe sobre Ábalos quien le acusaba de tener propiedades (en plural) y pisos cuyo alquiler se pagaba en B. Pero lo que para el PP ahora es causa de querella, e incluso de dimisión del presidente del Gobierno, por no hablar de que Feijóo ya está incluso en modo amoroso caldoso con Junts y PNV a ver si le salen los números para una moción de censura, con Zaplana, que además de todo lo anterior le trincaron varios millones de euros en el extranjero no era, es, ni será del calado suficiente para salir con contundencia a condenarlo. De la caja B del PP, de la sede pagada también en B y del resto de causas ya ni hablamos.

Es ahora cuando surge la pregunta del millón: ¿Señor Alberto Núñez Feijóo, qué credibilidad se supone que tienen sus palabras cuando grita sobre la paja en el ojo ajeno pero no ha visto la viga en el propio? La respuesta, como siempre, se la dejo a usted lector.

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