Cuenta Tomás Estors, 71 años y jubilado, recién llegado al Congreso de los Diputados desde Valencia, que tuvo suerte. Lo dice porque hace ahora un año, en el Hospital La Fe, le operaron para colocarle un implante coclear y resolver los problemas de audición que arrastraba desde niño. Todavía le cuesta adaptarse, admite, pero no había plan B. Se lo dijo su otorrino. Y se da por satisfecho. Hay compañeros que siguen en la lista de espera. Por eso, muy cerca, María Elena Valtierra, madrileña de 64, pide que todo el mundo tenga derecho acceso a un dispositivo que le cambió la vida. «A mí, me devolvió al mundo», sentencia.

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