En menos de una semana la presidenta de Balears se ha librado de dos compañías que le han aligerado la carga. Todo gratis y sin ensuciarse las manos, ya quisieran otros. Marga Prohens no hubiera roto con Vox, pero con presupuestos aprobados y el 50% del programa del PP cumplido no necesita pagar determinados peajes a sus socios como en el primer año. En septiembre sabremos si ha pactado bajo mano con el trío de tránsfugas de ultraderecha, o si seguirá apoyándose en lo que queda del partido de Abascal en las islas.
En cuanto a Marta Vidal -de profesión, sus negocios-, hacía tiempo que Prohens la había puesto mentalmente en la casilla de salida. Su entrada en el Govern cual elefante en una cacharerría (una querella criminal a la oposición recién derrotada), y sus pobres resultados en políticas de vivienda alertaron al Consolat. La presidenta puede permitirse un histriónico en el Govern; dos ya eran demasiados. Los continuos escaqueos de Vidal de reuniones y actos públicos por viajes personales, no solo a Menorca, han terminado por rematarla en el cargo.
De todos modos Marta Vidal había concluido su trabajo. El sucio, al menos. Puesta en marcha la amnistía urbanística, el gran negocio de esta legislatura, llega el turno de las gestorías y despachos que harán caja con las legalizaciones. Habrá que estar atento al listado de clientes de algún bufete en Menorca.
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