Alfonso Rueda inicia su segunda etapa como presidente de la Xunta. Lo eligió para el cargo el Parlamento con los 40 votos del PP, los 34 en contra de BNG y PSOE y la abstención de Democracia Ourensana –partido que se estrena en la Cámara–. El sábado tomará posesión y el domingo comunicará la composición de su nuevo gobierno sobre cuya estructura dio otro avance. Asumirá directamente bajo su control la supervisión y coordinación de todos los proyectos industriales estratégicos y de la gestión de fondos Next Generation de la UE. Para ello creará una oficina económica específica. Su intervención, en la segunda y última jornada de la sesión de investidura, dejó también algunas cosas claras, como que mantendrá la intensidad del desencuentro con el Gobierno central y que el Bloque es el enemigo a abatir y el PSOE, un mal menor. También intervinieron los partidos de la oposición, que pusieron sobre la mesa nueve ofertas de pacto. No prosperó ninguno ni se espera que pueda hacerlo a lo largo de la legislatura pues no hubo el más mínimo punto de consenso, como tampoco llegó a puerto el ofrecimiento de Rueda, el pasado martes, de un gran acuerdo sobre política industrial y energética.
El presidente electo reiteró su oferta y vinculado al impulso industrial anunció la creación de una Oficina Económica bajo su dependencia directa “para coordinar todos los proyectos estratégicos, mirarlos en tiempo real y con lupa, de forma absolutamente coordinada y para que no se pierda una sola oportunidad”, argumentó. “Será una cosa muy importante y también estará destinada a agilizar la gestión de los fondos europeos”, añadió. Una oficina de similares características también la tiene operativa Pedro Sánchez en Moncloa.
Este control de los proyectos y los fondos Next Generation estaba hasta ahora en la Consellería de Economía, a la que Rueda ya anunció que le quitará también las competencias de innovación y las de tramitación administrativa de los parques eólicos, que se transferirán a Educación y a Medio Ambiente, respectivamente.
“Falta de proyecto de país”
En la sesión matinal, Ana Pontón (BNG) y José Ramón Gómez Besteiro (PSOE) tuvieron ocasión de contrastar el discurso del martes de Rueda, mientras que Armando Ojea (el único diputado de DO) se ciñó, básicamente, a relatar las actuaciones que, a su juicio, la Xunta tiene que hacer en su provincia.
Ana Pontón puso sobre la mesa cuatro “acuerdos de país” y censuró una y otra vez la “falta de proyecto” por parte del candidato del PP, así como denunció los “problemas graves” de Galicia en sanidad, residencias de mayores, vivienda o el expolio eólico, y lamentó la dependencia de Génova o la desconexión con la realidad.
Por su parte, Besteiro recriminó la constante confrontación de la Xunta con el Gobierno central, la falta de impulso económico y el hecho de que Rueda gestione la comunidad autónoma como si fuera una “gestoría”, además de ofertar otros cinco acuerdos.
Si este primer debate es un anticipo de lo que va a ser la legislatura, el entendimiento entre los partidos será bastante escaso. Las ofertas de pactos por uno y otro lado rebotaron como en un frontón porque en el diagnóstico de partida ya no hay coincidencia. Ni siquiera una aproximación.
El desencuentro fue la nota común, pero Alfonso Rueda, como antes lo dejó también muy claro el portavoz parlamentario del PP, Alberto Pazos Couñago, se esmeró en señalar sobre todo al Bloque como el enemigo a abatir. Le reprochó con insistencia en que no se quiere enterar de que ya pasaron dos meses de las elecciones y que los gallegos colocaron al PP con mayoría absoluta y a los nacionalistas, en la bancada de la oposición.
“Yo soy el presidente”
“Yo soy el presidente y usted está en la oposición. No lo asume, pero los gallegos ya hablaron. Y ni siquiera es capaz de decir esa palabra maldita de que soy el presidente legítimo”, le espetó Rueda en el turno de réplica a Ana Pontón, ante la que agitó la victoria del PP el 18-F. “Para ella pasé de ser el presidente por accidente al presidente rehén de ahora”, lamentó.
Con el PSOE se mostró más condescendiente, aunque tampoco lo dejó al margen de las críticas. Pero el tono era más calmado, lo que no fue impedimento para que soltara que tenía la impresión de que Besteiroacabó en el Parlamento gallego “un poco arrastrado” por el partido y por Pedro Sánchez.
“Pensé que le dejaron tirado en plena campaña”, añadió Rueda. La causa, indicó, es que el PSOE pasó de una estrategia de promover a Besteiro a otra de impedir que el PP ganara las elecciones. “Le pido que se rebele, que se plante ante el Bloque y ante Pedro Sánchez si es necesario”, dijo el candidato del PP.
A las habituales discrepancias sobre listas de espera sanitaria, plazas en residencias de mayores, vivienda protegida, desempleo, emigración o crisis demográfica, se sumaron dos elementos de confrontación específicos: la transferencia de la AP-9 y la gratuidad de los pajes y la fábrica de celulosa que Altri pretende levantar en Palas de Rei.
Negociar la AP-9 ya el lunes
Rueda instó a Besteiro y a Pontón a ir ya el lunes a Madrid para reclamar al Gobierno la gratuidad de la autopista AP-9 que el socialista comprometió en campaña. Por eso, reclamó a Besteiro que “se rebele” y deje de defender lo “indefendible”. “Vamos los tres a Madrid para decirle a Sánchez que la AP-9 tiene que ser gratuita, ganaremos todos y sobre todo ganará Galicia”, concluyó.
Tanto PSOE como BNG le recordaron que la concesión de la AP-9 la prorrogó el PP y que también el PP se negó a transferirla a Galicia. Y Besteiro le soltó que él le apoyará, pero que Rueda es el presidente y tiene que asumir la responsabilidad de reivindicarla.
Y con el foco en Altri, tras quejarse de que no se le hiciera “ningún caso” a su propuesta de pacto por la industria y la energía, Rueda recordó que varios ministros e incluso el propio Sánchez mostraron su aval al proyecto previsto para Palas de Rei.
“Sean valientes”, retó al portavoz del PSdeG, a quien animó a secundar la postura de los populares, que reiteró de nuevo: “Si Altri cumple irá para delante; y si no, no irá para delante bajo ningún concepto”.
También dejó claro que no piensa bajar el listón de las reivindicaciones con el Gobierno central. Como motivos para el desencuentro, entre otros, citó la impugnación de la ley del litoral, el traspaso de la AP-9, las cesiones al independentismo catalán y la condonación de la deuda, la negativa a abrir la negociación de la financiación autonómica o la liberación de fondos para los pertes. Para Rueda, no es que él quiera crispar, es que Moncloa no cumple sus compromisos con Galicia.