Muchos ciclistas de los que llegaron a la meta francesa de Kanbo, final de la segunda etapa de la Itzulia, seguramente no conocían a Francis Lafargue, fallecido repentinamente en septiembre pasado. Pero, todos ellos, como si se tratase de una lección en la clase de ciclismo, tendrían que saber que fue un grande de este deporte, y no porque pedalease como ellos, algo que nunca se le pasó por la cabeza, sino porque fue pieza esencial en las cinco victorias de Miguel Induráin en el Tour, y porque de Iparralde, como a los vascos les gusta denominar al Euskadi francés, era Lafargue.
Fue el consejero, el confesor y el traductor de Induráin cuando las conferencias de prensa en el Tour se daban en francés y no en inglés como ahora. Fue el que lo acompañó a todas partes y en todos los retos, y el que se despidió del conjunto que empezó a llamarse Reynolds y acabó siendo el Movistar en la época en la que Óscar Pereiro ganó el Tour de 2006 y Alejandro Valverde empezaba a conquistar etapas en todas partes. Eso sí, si el guion no apuntaba un esprint puro y duro como el previsto este martes en Kanbo, territorio francés por trazado de las fronteras pero con espíritu vasco, como los famosos pimientos de Espelette -allí hubo un esprint especial que ganó Juan Ayuso– conocidos en el mundo entero porque adorna una de las mejores pimientas del universo.
Y porque Lafargue, en las últimas semanas de su vida, preparaba un premio, bautizado con la reliquia gastronómica de Espelette, y que siempre se entregaba a un personaje de cualquier pueblo vasco. El elegido, el propuesto por Lafargue, era Pello Bilbao por su fantástica temporada 2023 y por haber sido uno de los grandes animadores del pasado Tour.
Sin duda, de estar con vida, Lafargue no se habría perdido la llegada a Kanbo, pese a la lluvia que provocó diversas caídas y cortes en la fase final de la etapa, cuando el pelotón se puso las pilas tras capturar a 13 kilómetros a la escapada siempre permitida en este tipo de días para que los actores de reparto puedan exhibir la publicidad de sus ‘maillots’.
Fue el día del triunfo al esprint del corredor francés del Decathlon (antes AG2R, segundo patrocinador este año) Paul Lapeira, que a los 23 años crece para reivindicarse como velocista. Fue también una jornada peligrosa por la lluvia que convirtió la carretera en un terreno resbaladizo, con víctimas caídas como Tao Geoghegan Hart, el vencedor del Giro 2020, que esta temporada corre en el Lidl. Y un día para que el trío de fantásticos que disputa la Itzulia, Primoz Roglic, Remco Evenepoel y Jonas Vingegaard, por orden de la general, se tomasen el día con cierta tranquilidad y muchas precauciones con la estrella eslovena al frente de la clasificación.
Activo estuvo Ayuso, quinto de la general y atento a la hora de bonificar segundos, y también de Bilbao, que entró en el ‘top ten’ de la carrera antes de que la prueba vasca, que finaliza el sábado, se ponga más frenética tras la cierta calma de este martes, en un homenaje improvisado a Francis Lafargue. En cambio, Carlos Rodríguez se dejó 23 segundos y Sepp Kuss, ganador de la Vuelta 2023, 1.23 minutos por el peligro de los últimos kilómetros.