La actriz y cantante Kimberley Tell nació en Lanzarote, como bien demuestra su acento (que ha lucido en producciones como ‘Hierro’ y ‘Entrepreneurs’), pero su padre es danés y su madre, británica. Por eso daba tan bien el perfil para interpretar a la protagonista de ‘Ena’, la serie de La 1 de TVE que rescata la historia olvidada de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, la esposa de Alfonso XIII y bisabuela de Felipe VI. Nieta de la reina Victoria de Inglaterra, tuvo que renunciar a su país e incluso a su religión para casarse con un monarca que le fue infiel en repetidas ocasiones.
–Victoria Eugenia fue reina de España, pero sabemos poco de ella. ¿Usted conocía su historia?
Me da vergüenza decirlo, pero no conocía nada acerca de la vida de esta mujer. De hecho, le preguntaba a mis amigas y a gente de mi alrededor y tampoco sabían nada. Después de haber hecho la serie me di cuenta de que teatros, hoteles y lugares que llevan el nombre de Victoria Eugenia eran por ella. A veces escuchas su nombre por temas anecdóticos, como cuando la Reina lleva una joya que fue suya, pero poco más. Fue una mujer interesantísima, con una vida personal muy trágica, que formó parte de una de las etapas más convulsas de nuestra historia reciente, que fue un detonante de todo lo que vino después. Así que me sorprende que, pese a su vida tan notoria, haya pasado tan desapercibida.
–¿Esa falta de información le llevó a querer explorar más allá de los guiones? ¿Se leyó el libro de Pilar Eyre en el que se basa la serie?
La novela me vino increíble para conocer la parte íntima de Ena. Pero quería saber aún más: busqué documentales, leí otro libro con las cartas que se enviaban Ena y Alfonso durante el noviazgo, además de cartas de otras personas describiéndolos, lo que me ayudó a entender cómo los percibían los demás. Me daba un poco de miedo enfrentarme a un personaje del que no había material audiovisual para basarme, para imitar movimientos o expresiones. Al final cuentas con el aura que te da leer sobre ella.
–En el primer episodio, aunque esté doblado, se nota que habla en inglés en ciertos momentos. Le vendrían bien sus orígenes familiares.
Sí. Mi madre es de Newcastle, del norte de Inglaterra. Justo por eso me da pena que esté doblado, porque hubo mucho trabajo ahí. Contraté a una ‘coach’ porque yo no tengo el acento de la realeza. Además, Ena llegó a España sin saber nada de español, así que tuve que hacer un ejercicio de ir quitándome el acento inglés a medida que avanzaba la historia. Todo eso teniendo en cuenta el ‘raccord’, porque no se rueda cronológicamente, y tenía que saber cuándo acento debía tener en cada escena.
–Algo que sorprende viendo el primer capítulo es que, pese a ser de la realeza, parece claro que ella se casó por amor. De hecho, Ena dejó atrás a su familia, su cultura, su país e incluso su religión, porque se tuvo que convertir al catolicismo.
Creo que sí. Ena vivió al inicio ese cuento de hadas, una historia de amor que le duró poco. Ni siquiera era ella la candidata original del rey, porque él quería casarse con su prima, que lo rechazó. Cuando conoció a Ena, las cartas muestran que estaban realmente enamorados. Pero desde el inicio todo fue muy difícil: tuvo que renunciar a su religión, su país la trató como una traicionera y hasta le quitaron la nacionalidad inglesa. Llegó a un país nuevo, del que ni siquiera hablaba el idioma, donde también desconfiaban de ella, y encima el día de su boda le ponen una bomba. Luego la historia de amor se fue apagando: Alfonso solo se acercaba para intentar tener un hijo varón sano. Además, la culpaban públicamente de la hemofilia. Imagínate tener hijos enfermos, sentir la culpa de haber transmitido la enfermedad y que te humillen por eso.
–Pilar Eyre dice que es “la historia de una mujer que vino a un país que nunca la quiso”. ¿Está de acuerdo?
Sí. Ella misma lo dijo: al final de su vida, ya viviendo fuera de España, contó que siempre se sintió despreciada y que nunca fue aceptada ni querida. Eso, en sus propias palabras. Y es evidente por cómo la trataban en la corte: la humillaban, se reían de las infidelidades del rey, incluso las justificaban. Tuvo que ser muy difícil estar en su piel y sentirse tan sola, porqu le costó mucho hacerse un círculo cercano de amigos.
Kimberley Tell y Joan Amargós, como Victoria Eugenia de Battenberg y Alfonso XIII / RTVE
–Fue también una mujer moderna, icono de la moda, que fumaba, que llevaba pantalón… Casi una ‘influencer’ de su época.
Una ‘it girl’… Sí, pero creo que ella no se percibía así. Fue educada en un país ligado a la modernidad, al progreso, el país de la Revolución Industrial, con una monarquía constitucional. Y de repente llegó a una España mucho más tradicional y conservadora. Hay anécdotas llamativas: hacía deporte, fumaba, nadaba en el mar… y eso era un escándalo. Se tenía que bañar rodeada de guardias, y ella decía: “¡Sacadlos, que no saben nadar y los voy a tener que salvar yo!”.
–También está su papel clave en la Cruz Roja española.
Sí. La profesionalizó. Hasta entonces la llevaban monjas, y ella creó el cuerpo de damas enfermeras. Para ella ese fue su legado más importante en España. Incluso pidió que cuidaran y mantuvieran la institución cuando a ellos los exiliaron.
–¿Cree que su historia ha estado más silenciada por ser mujer?
Sí, seguro. Podemos conectarlo con cosas actuales: el acceso de las mujeres al poder es reciente y sigue siendo difícil. Ella era muy culta, muy inteligente, y se dice que era la más profesional de la familia real. Fue quien luchó por mantener la monarquía tras la muerte de Alfonso y eso nunca se le ha reconocido. Cuando se habla de ella, se habla de las infidelidades, de sus joyas… se frivoliza, y era una mujer mucho más interesante que eso.

Elvira Mínguez, Kimberley Tell y Joan Amargós, en ‘ENA’ / RTVE
–¿Le gustaría que los Reyes actuales vieran la serie? Al final, es la bisabuela de Felipe VI.
Ojalá la vean. ¡Pero qué presión! Espero haberle hecho justicia. Ojalá la serie consiga darle ese lugar en la historia y en la memoria de la gente que hasta hora no había tenido.
–La monarquía genera siempre mucho debate y posturas muy viscerales. ¿Entiende esa división?
Sí. Mucha gente considera que es una institución obsoleta. Yo también vengo de familia inglesa y mi madre, por ejemplo, era fanática de Lady Di. Allí es como una cosa de ‘marketing’, un símbolo del país y se lleva de otra manera. Pero es normal que la gente debata.
–La serie muestra también la lucha de clases y el contexto social que lleva al atentado anarquista contra Ena y Alfonso.
Es una serie muy leal a la realidad. No se posiciona de ninguna manera, pero sí muestra el contexto. Para entender la bomba, hay que entender por qué se pone y qué estaba pasando en el país. El primer capítulo, sobre todo, te pone el contexto histórico y sitúa muy bien esa diferencia de clases.

Kimberley Telly y Joan Amargós, en ‘ENA’ / RTVE
–TVE ha tenido guardada la serie en un cajón durante mucho tiempo, y Javier Olivares [su creador] no se ha mordido la lengua en las redes. ¿Cómo ha vivido usted el retraso del estreno?
Con mucha incertidumbre. Llegué a pensar que quizá nunca se emitiría. Me daba pena porque es un trabajo precioso de muchísima gente. Nos merecemos verlo.
–Aparte, es parte de nuestra historia reciente.
Es una etapa que se ha contado muy poco y explica muchísimo de lo que vino después, que ya hemos visto muchísimo más en el audiovisual. Yo aprendí mucho haciéndola. Además de didáctica, es muy bonita de ver.
Suscríbete para seguir leyendo









