Lorenzo Silva nos encandiló a todos. Ya no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Invitado por la Fundación Roble y Machete, que busca ayudar a los boinas verdes que vuelven a la vida civil y que preside José Acevedo, habló de cómo conoció el Mando de Operaciones Especiales (MOE) hace diez años y que le llevó a escribir su libro, Nadie por delante.
«Después del estreno de la película El francotirador, el director de El Mundo me preguntó si conocía a alguien parecido al protagonista para hacer un reportaje. Tiré de contactos y me dieron el nombre de Alfonso. Desde entonces hemos mantenido la relación». Se refiere a Alfonso Blas, exresponsable de Comunicación del MOE y que fue el encargado de actuar como entrevistador en el evento solidario. Silva terminó el reportaje, escribió varios libros y quiso profundizar en los acontecimientos bélicos del siglo XXI como Irak y Afganistán y dar a conocer el papel de las fuerzas armadas españolas en esos países. «Quería contar nuestra actuación como hacían otros países. Pero para hacer una novela, hay que conocer bien la unidad de la que vas a escribir».
El escritor Lorenzo Silva con su entrevistador, el ex-MOE Alfonso Blas. / INFORMACIÓN
Y el MOE se lo hizo conocer bien. Fue invitado a participar en unas maniobras en Agost. «Saqué varias ideas. Lo primero, la planificación tan meticulosa; también el lenguaje, con una forma de hablar muy diferente. Y no entendía cómo en una maniobra nocturna se podía conducir tan rápido en un camino de ‘mierda’ y lleno de baches; cómo se relacionaban entre ellos, su compenetración. Mi problema era dónde me ponía yo, porque me daba la impresión de estar siempre molestando. Y como a todos, a mí también me pusieron un nombre de guerra: Pluma». Ante las risas del público reconoció que este apelativo podía tener varias lecturas…
Entre los asistentes, Miguel Ángel Jiménez Parejo, Juan Navarro, Julio Calero, Pablo Rico, Miguel Ángel Gallardo, Enrique Tovar, Terencio Pérez, Nicolás Galiana, Laura Jiménez de Prada, Francisco Lorenzo, Amparo Sempere, Cristina Birlanga, Terete Caturla, Almudena Saura, Belén Carretero, Marisa Ayesta, Beatriz Oliva, José María Choclán, Yolanda Yunta, María José González, Vicente Plaza, Esmeralda Lamas o Perla Illán, entre otros muchos, algunos protagonistas de lo que cuenta en su libro.

Julio Calero, Pablo Rico, José Acevedo, Alfonso Blas y Miguel Ángel Gallardo. / INFORMACIÓN
La entretenida charla se cerró con una pregunta del coronel del MOE, que quería saber la idea que tenía de los boinas verdes antes de conocerlos. Después de varios rodeos dialécticos reconoció que el cine americano influye mucho… «Pensaba que el prototipo de estos guerrilleros era Rambo y la sorpresa fue que me encontré con muchos ‘delgaillos’ (mirando de reojo a Alfonso, que es un «tirillas»). Y, sobre todo, que no se les ve trabajando, no es conocido lo que hacen por España. Es gente dispuesta a estar donde ninguno de nosotros querría estar. Nadie por delante, lema del cuerpo, pero sin dejar a nadie atrás.
Amapolar
Este verbo, amapolar, que significa enrojecer o ruborizar, nos lo ha enseñado una artista ucraniana, Yulia Hárina, que ayer inauguró su exposición Intergratia en QUO Real Estate de Alicante, un título que quiere simbolizar un estado de unión armónica, donde arte, naturaleza y espíritu se encuentran. Piedras, agua, lluvia, oro o amapolas son los protagonistas de estas obras que pretenden trazar un diálogo entre el silencio interior y el instante presente.

La artista ucraniana Yulia Hárina en la inauguración de su exposición «Intergratia». / INFORMACIÓN
Yulia Hárina, artista polifacética, que lo mismo pinta, que diseña joyas, pañuelos y ropa, y experta en caligrafía artística, estuvo arropada en la inauguración por Pepe Picó, Begoña Deltell, Luis Zaragoza, los miembros del colectivo Hyperline, Carla Manrique, Baire, Pablo Ruiz, Mario Gumiel e Iris Fernández; Alejandro Martínez, Adrián Espouy, Andrew Weber; Roberto García, Rafa Sabater, Federico Mingot o Alejandro González.
Turismo arquitectónico
Tú puedes ir de viaje de turismo y luego, si eso, puedes ir de viaje con arquitectos. Nada que ver. Nada. Y es que tuve la suerte de colarme de polizón en el viaje profesional del Colegio de Arquitectos de Alicante a Copenhague ¡Lo que se aprende! Abres una ventana en tu mente a unos detalles en los que no te habrías fijado en la vida: la textura del hormigón, la particularidad de las cornisas, el acabado de los raíles del agua de lluvia…

Viaje de trabajo a Copenhague del Colegio de Arquitectos de Alicante. / INFORMACIÓN
En el grupo estaban los ansiosos, los de a las ocho de la mañana ya en la puerta del hotel para alquilar las bicicletas (veinte años llevaba sin montarme en una. No recordaba las agujetas y lo duro que está el sillín), comer un bocata andando por la calle y apurar las horas de sol para no perderse nada. Entre ellos, el presidente del colegio, Emilio Vicedo (necesitará varios discos duros para guardar todas las fotos que hizo), Isabel Lloret (nuestra sonriente y paciente guía), Beatriz García Morales (todo le parecía brutal), Enrique Chapa (el que nos instalaba las apps), Verónica Leuzzi (la organizada), Elvira Martínez (la que nos cuidaba a todos).
En un grupo un poco más tranquilo, Paqui Berenguer (compañera de risas y confidencias), Paco Seva (se coló en las Kaktus Towers y casi no puede salir) o Carlos Botella (con un dedo del pie roto y ni una queja).
Andrés Morales y Noemí Heredia nos regalaron unas fotos tan bonitas de edificios en blanco y negro que no parecían los mismos que habíamos visitado. Y con algo más de calma, José Jornet, Chelo Jordá, Román Álvarez, Emilia Delgado, Ricardo Casal, Rosa Elisa Cutillas, Juan María Boix y Nuria Larrosa. La ciudad, espectacular, y con este grupo repito, ¡aunque sea para visitar casetas para perros!
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