En la derrota, la primera de la temporada, el Barça descubrió sus limitaciones. O más bien fue el PSG, actual campeón de Europa, quien retrató todas esas disfunciones que habían quedado ocultas en estos dos primeros meses de la temporada. La obra, redonda, firme, sólida, llena de ambición, con piernas que no se apagan nunca, de Luis Enrique sobrevive incluso a la ausencia de su tridente de ataque titular.
En la segunda mitad, y a pesar de que el gol inicial de Ferran Torres había alimentado la esperanza, el conjunto francés se levantó con entereza hasta aplastar al Barcelona de Flick, llevándose incluso por delante al alemán que no encontró respuestas a ese grave problema táctico.
Pasaban los minutos y el Barça no tenía respuestas temiendo que el gol del PSG cayera por su propio peso. Llegó en el último minuto gracias a un centro de Hakimi, solo cabalgando por la banda derecha, para que Gonçalo Ramos, un nueve astuto, tumbara a los azulgranas en el último suspiro sin que ni un solo central -Christensen llegó tarde- merodeara en el territorio que tenía que vigilar. No hay mayor drama que mirar el manual de instrucciones y no encontrar una página en la que hallar la solución adecuada.
Lamine trata de superar el marcaje de Nuno Mendes / Jordi Cotrina
Luis Enrique intervenía a cada momento. Liberado Nuno Mendes de la segunda tarjeta amarilla por una clarísima entrada a Lamine Yamal, ordenó un cambio. Metió a Lucas Hernández de central y adelantó a Nuno para evitarle el riesgo de que se marchara antes de lo previsto.
«El PSG pasó por encima» del Barça
Y, además, el PSG, como reconoció luego Gerard Martín, «pasó por encima» al Barça. Lo pasó tácticamente. Lo pasó por energía. Terminaron extenuados y sin oxígeno alguno piezas claves como Pedri, con Flick terminando un partido de Champions diseñando un inusual centro del campo integrado por Frenkie de Jong, Marc Casadó y Marc Bernal. «Es un buen partido para saber donde estamos», confeso luego el neerlandés.
«Es un buen partido para saber dónde estamos»
Y el Barça está ahora en un plano inferior al PSG, que le quitó todo sus atributos. Le quitó el balón (gobernó la posesión en la segunda mitad con un inapelable 64% aunque ya se advirtió en el cuarto de hora final de la primera parte) y le quitó, sobre todo, su esencia. Su presión, el arma más genuinamente ‘flickniana’, empezó bien, pero terminó luego.
Llegando tarde, con un desorden tan extraño como errático que estaba, en realidad, condicionado por el nivel, alto nivel del PSG, que colocó a los azulgranas en su sitio. Acabaron cansados y superados, tomando ya esta primera derrota como una lección. Una lección que llega en octubre con todo el tiempo del mundo para resolver el laberinto en que se sumergió el equipo, simbolizado en el decreciente partido firmado por Lamine Yamal.

Luis Enrique observa de cerca una internada de Lamine Yamal. / Jordi Cotrina
Entró como un trueno, sorteando al poderoso Nuno Mendes, dejando una maravillosa jugada, plena de regates y magia. Pero en la segunda mitad ni rastro de la joven estrella, eclipsado por el equipazo que ha levantado Luis Enrique.
El descanso cambió todo
Sin balón, fue peor el Barça. Con balón también fue peor el Barça. Tiró menos (12 disparos azulgranas; 15 parisinos) y Chevallier tuvo una noche más tranquila (tres disparos a puerta, dos salvados de forma milagrosa por Zabarnyi) que Szczesny, quien fue bombardeado, especialmente en la segunda parte: cinco tiros a puerta y el palo salvador al zurdazo de Kang-in Lee.
Levantó, por lo tanto, bandera blanca el equipo de Flick, incluso con el 1-1. Fue entonces cuando el técnico alemán sacó a un derrengado Pedri del campo cuando aún quedaban 11 minutos para el final del partido para inyectar energía nueva con los Marc (Casadó y Bernal), pero no le funcionó nada. Y el PSG, que no ha tenido la pretemporada adecuada -entre la final perdida del Mundial de clubs y la ganada en la Supercopa de Europa-, se llevó el triunfo.
«Hemos perdido la estructura en la segunda parte y el partido se volvió un poco loco, con muchos contragolpes, teniendo, además, un bajón físico”
El Barça se desplomó. «Hemos perdido la estructura en la segunda parte y el partido se volvió un poco loco, con muchos contragolpes, teniendo, además, un bajón físico», confesó Ferran Torres. Fue tan simple como inevitable. «Eso es un tópico», replicó Luis Enrique. «¿Cómo se dice en francés? Es un cliché. Si no hemos tenido tiempo ni para entrenar este verano», recordó el entrenador asturiano, quien modificó el rumbo de la noche en Montjuïc con su intervención decisiva en el descanso.

Flick anima a un exhausto Pedri tras sustituirle frente al PSG. / JORDI COTRINA
«Está claramente entre los candidatos a ganar la Champions, juegan de maravilla. No tengo ninguna duda de que el Barça, me gusta su forma de jugar, estará ahí. Hay pocos equipos que tengan claramente esa identidad. Pero esto acaba de empezar», sentenció Lucho.
Para adquirir ese rango real de candidato, Flick tiene que recuperar el andamiaje (“con el 1-1 debes tener mejor estructura en defensa, no la tuvimos, sobre todo, en la segunda parte, tenemos que aprender”, confesó el alemán) para un Barça que se desfiguró al mirarse en el espejo sin saber proteger el tesoro que suponía tener ese punto que perdió.
«Tienes que jugar con un poco de inteligencia al final del partido y eso no ha pasado, por lo que debemos aprender de esta derrota”
«Se ha visto el nivel que tiene el PSG y estoy seguro de que nosotros lo podemos alcanzar, pero hay que aguantar los 90 minutos, lo tenemos que aprender y mejorar. Tienes que jugar con un poco de inteligencia al final del partido y eso no ha pasado, por lo que debemos aprender de esta derrota”, admitió Hansi, derrotado por Luis Enrique, quien no tenía a su ataque de lujo recluido en la enfermería (Dembélé estaba en Catar viendo el partido por televisión, mientras Doué y Kvaratskhelia se quedaron en París), pero disfrutó de un par de laterales de ensueño.
Nuno Mendes asistió en el 1-1; Hakimi en el 1-2. Y el Barça sigue sin gobernar, tal si estuviera aún en San Siro, esos minutos finales.
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