Mientras Marruecos se prepara para el Mundial de Fútbol de 2030 con una inversión que supera los 6.000 millones de dólares en infraestructuras, una realidad más ruidosa resuena en sus calles. “No queremos mundial, queremos sanidad” es el grito que protagoniza las mayores movilizaciones de los últimos años contra el Gobierno, reflejando un descontento social profundo.
Un país a dos velocidades
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Este contraste es lo que se ha denominado como el “Marruecos de las dos velocidades”, según explica en el programa ‘La Linterna’ de la Cadena COPE Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor de Estudios Árabes e Islámicos en la UAM. Por un lado, se proyecta una imagen de avance y modernidad; por otro, la población sufre el colapso de los hospitales, un sistema educativo obsoleto y un paro creciente.
La situación económica es insostenible para muchos. El profesor Gutiérrez de Terán señala que “el salario medio en Marruecos está en torno a 400, 500 euros, en el mejor de los casos, con un nivel de vida que incluso supera los precios de algunas ciudades españolas”. Esta presión económica agudiza el malestar social y empuja a muchos a buscar una salida fuera del país.

La policía detiene a una persona durante una manifestación en Rabat
La ‘Generación Z’ toma la calle
Las protestas están protagonizadas por jóvenes de la Generación Z, organizados a través de redes sociales en movimientos como GEN Z 212. Operan sin líderes visibles ni vínculos políticos, desafiando a las autoridades a pesar de la dura represión policial, que ya ha provocado más de 400 detenciones.
La chispa que desató la indignación fue la muerte de una mujer embarazada y otras ocho personas en un hospital de Agadir, un suceso que se viralizó y se convirtió en el símbolo del deterioro del sistema sanitario. Marruecos cuenta con apenas ocho médicos por cada 10.000 habitantes, muy por debajo de la recomendación de la OMS.
Las consecuencias para España
Esta crisis tiene implicaciones directas para España. Carlos Echeverría, director del Observatorio de Ceuta y Melilla, califica la frontera entre ambos países como “la frontera económica más dramática del mundo”. El experto advierte que la frustración juvenil, alimentada por los gastos suntuarios de la monarquía y la falta de futuro, es una “bomba migratoria en potencia”.

La policía detiene a una persona durante una manifestación en Rabat
Aunque la monarquía marroquí intenta desvincularse del problema culpando al Gobierno, muchos ciudadanos señalan la responsabilidad directa del rey, cuya delicada salud abre un enigma sobre la sucesión. Mientras tanto, el aumento del gasto militar de Marruecos, en una carrera armamentística con Argelia, es visto con preocupación desde España, que busca mantener su capacidad de disuasión en la región.
                









