La caída en picado de la popularidad del Gobierno laborista en el Reino Unido está provocando inquietud en las filas del partido. Los rumores sobre un posible reemplazo del actual primer ministro, Keir Starmer, en caso de que se confirme la debacle en las elecciones locales y regionales del próximo año, han ido en aumento a pocas horas del inicio del congreso anual de los laboristas este domingo. Las voces más críticas pretenden alzar su voz en esta cita con el objetivo de presionar a Starmer para que cambie cuanto antes el rumbo de un Ejecutivo que atraviesa su peor momento desde su aplastante victoria en las elecciones generales hace poco más de un año.
El líder laborista se ha visto afectado por el fracaso de su principal promesa electoral, la del crecimiento económico. Las últimas previsiones de la OCDE anticipan un crecimiento del 1% para la economía británica el próximo año, unos datos insuficientes para restaurar los maltrechos servicios públicos y para aliviar la carga a las familias trabajadoras. Las estrictas normas fiscales impuestas por la ministra de Economía, Rachel Reeves, han dejado poco margen de maniobra al Gobierno, que deberá plantear previsiblemente nuevas subidas de impuestos o recortes sociales para hacer cuadrar las cuentas públicas en el Presupuesto de este otoño.
Críticas a la política económica
El modelo económico de Reeves ha sido discutido por la izquierda del partido, la cual ya obligó a Starmer a rebajar drásticamente su polémico paquete de recortes a las ayudas para los trabajadores con discapacidad el pasado julio. Cada vez son más los diputados laboristas que han mostrado su rechazo al rumbo del Ejecutivo, llegando incluso a proponer el nombre de Andy Burnham, actual alcalde de Mánchester, como posible sucesor de Starmer al frente del partido —y del Gobierno— en caso de que no consiga revertir pronto los malos pronósticos electorales, que apuntan a un importante ascenso del partido de derecha populista Reform UK.
El propio Burnham se ha dejado querer esta semana y no ha descartado dejar la alcaldía de Mánchester para regresar a la Cámara de los Comunes, un paso necesario para poder optar a una eventual sucesión. El edil ha mostrado públicamente su descontento con la política económica de Reeves y ha instado al Gobierno acudir a los mercados de la deuda para dar respuesta a las necesidades urgentes de las clases trabajadoras, las cuales se están inclinando cada vez más por Reform UK. «Tenemos que dejar atrás esta situación de estar atados a los mercados de bonos», ha asegurado esta semana en una entrevista en The New Statesman.
Debate interno
Por ahora es poco probable que Burnham consiga el apoyo suficiente de los diputados laboristas para plantear un eventual relevo, pero la posibilidad de que Starmer no termine su mandato se presenta más real que nunca. Este asunto marcará el congreso laborista a partir de este domingo, pero tanto el Gobierno como sus principales defensores dentro del partido confían en que el debate esté más centrado en las políticas que en el liderazgo.
«Estamos en esta situación porque, al menos en los últimos siete años, los gobiernos conservadores han sido completamente incapaces de implementar un programa sólido. Han cambiado de líder constantemente y los problemas y el caos se han ido acumulando. Como Gobierno laborista y como Partido Laborista no debemos cometer el mismo error», explica Tom Collinge, director adjunto del centro de pensamiento Progressive Britain, cercano al sector más moderado de la formación. «El país está en una situación muy precaria, no podemos perder tiempo discutiendo sobre quién debería ser el primer ministro».
Collinge atribuye la caída de la popularidad del Gobierno de Starmer a que las medidas adoptadas hasta ahora sólo empezarán a notarse a largo plazo. «Algunos problemas sólo pueden ser resueltos a largo plazo. Creo que la gente lo ha entendido intelectualmente, pero emocionalmente es mucho más difícil», explica. La presión del sector más a la izquierda del partido, sin embargo, obligará a Starmer a hacer algunas concesiones durante el congreso de la formación. Sobre la mesa está la posibilidad de acabar con las restricciones a las ayudas sociales para las familias a partir del tercer hijo, una medida implementada por el Gobierno conservador y que buena parte del partido exige eliminar desde que su líder llegó a Downing Street el año pasado.
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