En Bethpage Black, el campo municipal a 45 minutos de la ciudad de Nueva York en que se disputa de viernes a domingo la 45ª Ryder Cup, los jugadores europeos han recibido unas instrucciones precisas: que dosifiquen o directamente eviten gestos de celebración cuando emboquen un putt. Mejor no provocar, preferible aguantarse el festejo. A estas alturas ya se sabe que el ambiente contra Europa será hostil como un rugido.
Decenas de miles de aficionados apoyarán al equipo estadounidense como si fueran a Pearl Harbour. Veremos a caballeros comportarse como cosacos bebidos. Animarán y berrearán, porque la Ryder Cup es así, algo que va más allá de la pasión, y en particular en EEUU. Es golf para hooligans y hay que estar preparados para ello. Por eso a los golfistas europeos se les ha recomendado no caer en provocaciones.
Los aficionados se han desparramado ya por el recorrido durante las jornadas de prácticas y los europeos han probado lo que les espera. Tras cada golpe algo defectuoso han oído gritos de «USA, USA». El norirlandés Rory McIlroy, pilar de Europa, fue de los más incordiados y aguantó el tipo. Cuando comience la competición se esperan más de 250.000 asistentes. Entre ellos, Donald Trump, un hooligan a su manera.
En las últimas cinco ediciones siempre ha ganado la selección local, y lo ha hecho con sustanciales márgenes. Hay teorías diversas sobre ello, pero quizá la más extendida tiene a ver con el peso del ambiente. El golf, un deporte de concentración, encuentra en la Ryder Cup una versión futbolizada, con un vociferante público a muy pocos pasos del lugar de golpeo. Intimidante es, porque no hay costumbre.
En cualquier caso, Europa defiende su título logrado en Roma en 2023 con 12 jugadores capaces de revertir la tendencia de la competición bianual, que como se sabe se plantará en 2031 en Girona. Ahí en el Black Course de Bethpage State Park están McIlroy y el español Jon Rahm liderando la escuadra, secundados por los ingleses Tommy Fleetwood, Justin Rose, Tyrrell Hatton y Matt Fitzpatrick; el escocés Robert MacIntyre; el irlandés Shane Lowry; el noruego Viktor Hovland; el sueco Ludvig Aberg, el danés Rasmus Hojgaard y el austriaco Sepp Straka.
La visita de Trump
Enfrente, una selección estadounidense abanderada por el indiscutible número 1 del mundo, Scottie Scheffler, de 29 años, que llega a la palpitante cita con seis victorias esta temporada, entre ellas, dos Grand Slams: el PGA y el Abierto Británico. Una bestia. Y de fuertes convicciones patrióticas.
Scheffler ha celebrado la presencia de Trump, una pesadilla logística para los organizadores. Al mandatario más egocéntrico de la era moderna le ha dado en este segundo mandato por acudir a las grandes citas del deporte. Asistió a la última final del US Open que ganó Carlos Alcaraz, a la Super Bowl, a la final del Mundial de Clubs de fútbol, a un partido de los Yankees, a peleas de artes marciales mixtas… Y en todas partes, los colapsos provocados por su comitiva presidencial fueron monumentales. Pero si de algo es una apasionado es del golf. Posee infinidad de campos en todo el mundo y se pasa el día jugando.
Scheffler mantiene una buena relación con Trump. «El presidente es bastante divertido. Ama el golf, ama apoyar a los golfistas. A veces me llama o me manda un mensaje después de una victoria. Es un tipo que transmite confianza a todos los que tiene alrededor. Es magnífico que venga». Lo dicho, todo un patriota, que además golpea la bola como nadie. “Siento que estoy lo más preparado posible para la Ryder Cup”, afirmó recientemente el tejano.
Junto a Scheffler, la selección estadounidense está compuesta de JJ Spaun, Xander Schauffele, Russell Henley, Harris English, Bryson De Chambeau, Justin Thomas, Collins Morikawa, Ben Griffin, Cameron Young, Patrick Cantley y Sam Burns. Un equipo potente, aunque con cuatro debutantes y solo tres de los doce con una Ryder Cup en su currículum. Por primera vez cobrarán por jugar, 500.000 euros por barba, aunque dicen que más de la mitad lo destinarán a fines benéficos. Los europeos no perciben nada, solo los gastos de viaje. Les ha permitido decir que ellos juegan por orgullo.
Europa lidera el histórico con 12 victorias, por 9 de EEUU y un empate. Pueden los estadounidenses reducir diferencias en Bethpage Black. Inaugurado en 1936, en 2002 se convirtió en el primer campo público en albergar el US Open. Lo volvió a hacer en 2009. Y ahora pone la alfombra para una competición tan única como la Ryder Cup. Solo el mal tiempo que amenaza en Nueva York puede deslucir un espectáculo que será ruidoso.
¿Cuál es el formato de la Ryder Cup? ¿Cómo se puntúa?
La Ryder Cup se juega dos días -viernes y sábado- con el formato ‘fourball’ y el ‘foursome’. Por la mañana, se disputan los cuatro partidos ‘foursome’, donde solo hay una bola por dúo y la van golpeando de forma alterna. El papel de los capitanes en este sistema resulta crucial porque debe encontrar la combinación de jugadores idónea, analizando quién tiene mejor salida, mejor aproach o mejor putt.
Otros cuatro cruces están programados por la tarde en la modalidad ‘fourball’, en la que compite una pareja por equipo. Cada golfista juega su propia bola y el que necesita menos golpes se adjudica el hoyo
Y el domingo se cerrará la competición con los 12 encuentros individuales, en los que se apunta un hoyo ganado el jugador que lo complete en el menor número de golpes.
El vencedor de cada partido recibe un punto y, en caso de empate, los dos equipos se reparten medio punto.
En total hay 28 puntos en juego. EEUU necesita 14,5 puntos porque en caso de empate a 14 el vigente campeón revalida título.
En viernes y sábado, las sesiones de mañana empiezan a las 13.10 horas y las de tarde, a las 18.25 en horario español.
El domingo, los partidos individuales comenzarán a las 18.10 horas.
Todo el torneo podrá verse por Movistar+.
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