Los nervios se apoderaban de César cuando Amanda no aparecía. No paraba de llamarla al móvil, pero ella lo ignoraba: el audio de Laura le hizo dudar y recapacitar muchas cosas.
Al final, Amanda llega a la boda y todo sigue su plan. Con Humberto y Sara como testigos, César y Amanda celebran una boda discreta y se convierten en marido y mujer.
Todos se muestran muy felices, pero Amanda no para de darle vueltas a sus propios sentimientos que ha descubierto: sabe que esta boda es fruto de un intento de venganza hacia su padre.
Pero el audio de Laura le despierta una inseguridad, el miedo a que César la esté utilizando también para sus fines. Y, aun así, ella está locamente enamorada de él. Amanda se casa por venganza, pero también por amor, y eso la aterra.
Lejos de parecer feliz, la cara de Amanda durante toda la boda es de miedo, pavor, terror. Una venganza, unas dudas y un amor que materializan en un anillo que ahora la mantiene unida a César, para lo bueno y para lo malo.