estaba acosado por la corrupción de su partido

El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, ha dimitido tras once meses en el cargo en medio de los llamamientos a su cese dentro de su partido tras una debacle electoral que llevó a la coalición gobernante a perder el control del Parlamento.

El mandatario japonés habría tomado esta decisión para evitar una división dentro de la formación, rodeada por un escándalo de corrupción: varios miembros del partido cometieron irregularidades en la recaudación de fondos políticos.

La renuncia del mandatario, de 68 años, se produce un día antes de que venciera el plazo para que el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) tomara una decisión sobre un extraordinario adelanto de primarias internas a la presidencia de la formación.

Este movimiento tenía como propósito forzar la salida de Ishiba de la jefatura del partido -que ha gobernado Japón durante casi toda la era de posguerra- y, por lo tanto, del mando del Ejecutivo.

En Japón, el cargo de primer ministro lo ocupa el líder del partido más votado en unas generales, y un cambio de presidente en la formación deviene consigo un cambio en la jefatura de Gobierno. Por tanto, Ishiba ha ordenado al PLD convocar unas primarias de urgencia. 

Hasta que su sucesor sea elegido seguirá con sus funciones. 

La derrota interna de Ishiba

El primer ministro Ishiba venía siendo objeto de críticas a nivel interno tras las elecciones parciales del pasado 20 de julio a la Cámara Alta de la Dieta, el Parlamento nacional, en las que la coalición gobernante perdió la mayoría, con unos resultados especialmente decepcionantes para el PLD.

Ishiba asumió la jefatura del Gobierno japonés el pasado octubre con la promesa de combatir el impacto de la inflación y reformar su partido, cuyo apoyo ha decaído después de que importantes miembros del mismo se vieran involucrados en un escándalo de irregularidades en la recaudación de fondos políticos.

Ya en aquellos comicios los socios de gobierno cosecharon unos resultados agridulces en los que perdieron la mayoría en la más poderosa Cámara Baja, dando como resultado un Gobierno en minoría inusual en el Japón de posguerra, y especialmente para el PLD.

La pérdida del control de la Cámara Alta en julio, que dificultaba todavía más la viabilidad del Gobierno de Ishiba, había generado un acalorado debate interno que se esperaba que se resolviera este próximo lunes con el resultado de la decisión de si adelantar primarias.

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