Por fin ha concluido el mercado de fichajes. Ni se imagina, estimado lector, lo que suponen para mí estas semanas, de idas y venidas, de toda clase de futbolistas. Aunque LA NUEVA ESPAÑA tenga a bien permitirme escribir semanalmente sobre el Real Oviedo, he de reconocer públicamente que no tengo ni idea de fútbol. No veo más partidos que los de mi club.
De ahí, que cuando empiezan a sonar rumores o se materializan fichajes, tiro inmediatamente de la Wikipedia para saber quiénes son y cuál es su historial. Esta temporada, tan solo conocía previamente a Reina, por eso de que «el que más te quiere, más te hará sufrir», y a Rondón, de oídas. Del resto, nada de nada, y no, no me fio, de ninguna de las maneras, de esos vídeos que circulan por las redes de cada jugador, marcando golazos, haciendo regates imposibles, robos de balón contundentes o paradas estratosféricas. Desde que vi el vídeo de aquel tal Fabbrini, del primer año de Anquela, que parecía el heredero natural de Kaká, y luego en el campo tuvo más similitud con Mr. Bean, no he vuelto a abrir ninguno más. Las agencias de representación de futbolistas que engañen a otros.
Desde hace años tengo una teoría: en agosto, todos los nuevos son buenísimos. Todos vienen a Oviedo rechazando ofertas superiores y con un currículum profesional espectacular. En noviembre, más o menos, comienzan a despertarme cierta indiferencia, no me identifico mucho con ellos, y ya, en primavera, son unos tremendos pufos, a los que hay que dar salida inmediatamente. Afortunadamente, con los años esto ha ido a mejor, pero es que la Segunda B y la Tercera han hecho muchísimo daño en mi subconsciente.
Lo que es infalible es que el que me gusta a mí en verano se convierte en la decepción de la temporada. Por nombrar tan solo algunos ejemplos, no puedo olvidar la ilusión que me generó Eneko, al que veía como un superclase de banda, y que, al final, resultó que lo que en realidad se le daba bien era preparar chorizos a la sidra y escalopines al cabrales, y no centrar balones al área. También, me entusiasmé con la incorporación de Dotor, destacado futbolista de la cantera madridista, que aquí lo mejor que hizo fue dejar la ficha libre en enero y atracar cerca.
¿Recuerdan al portero Pezzuti? Pues cuando lo fichamos vi en él al muro infranqueable que nos iba a llevar directos a Segunda. Al final, más que infranqueable fue un muro de las lamentaciones, y acabamos descendiendo a Tercera. Al menos, lo de Miguel López Cedrón sí que lo vi venir. Con «El Culebra» no piqué.
Así que lo siento, y lo digo de verdad, la dirección deportiva no puede quedarse de brazos cruzados y debe buscar, desde ya, al relevo de Dendoncker. Ya sé que es internacional belga, que viene de jugar asiduamente en el Anderlecht, de mostrar un gran nivel en la Premier y encima marcó el gol a la Real, pero precisamente por ese brillante currículum previo que me ha «enamorado» y porque las tradiciones están para cumplirse, como me «emociona» a mí en verano, mucho me temo que va a seguir los pasos de su paisano Claessens. «Amigo» Lleida, no pierdas el tiempo y vete buscando un nuevo mediocentro. Creo que Mariga está libre. Pregunta a ver.
En fin, debemos estar tranquilos con los nuevos, mantener la calma, darles tiempo a que se acoplen y a ver si la Federación no tarda mucho en poner fecha y ciudad para la final de Copa del Rey, que tengo que ir reservando ya el vuelo y el hotel. ¿Qué ya está fijada? ¿Sevilla, el 25 de abril? Os dejo, tengo cosas que hacer.