Según detallan desde la Asociación de Naturalistas del Sureste (Anse), «la primera noticia sobre la cotorra argentina en libertad en la Región de Murcia data de 1975, cuando un pequeño grupo fue liberado en el sur de La Manga por una persona particular que las tenía cautivas». Medio siglo después, la especie invasora verde y ruidosa se ha hecho fuerte en la Comunidad: hace años que invadió zonas costeras y también está en palmeras de ciudades como Murcia y Cartagena».
«El término ‘plaga’ quizá no sería el más adecuado, si bien es una especie que afecta y desplaza a las autóctonas», apuntaron desde la Consejería de Medio Ambiente de la Región. «En el caso zona urbana es el ayuntamiento quien debe actuar, contando con la autorización de la Dirección General de Medio Natural y Acción Climática», añadieron.
Ecologistas en Acción pide que la Comunidad ponga en marcha un plan de control de estas aves a nivel autonómico
Y los ayuntamientos actúan. Desde el Consistorio de Cartagena, por ejemplo, explicaron a este periódico que «desde el servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento se hace una labor preventiva, principalmente durante el inicio de la primavera, en fechas que suelen coincidir con la celebración de Semana Santa». «Esta actuación consiste en la poda de palmeras, para evitar la instalación de nidos y la cría de estas aves, ya que una vez que los huevos eclosionan, no se puede intervenir», precisaron desde el equipo de Gobierno de Noelia Arroyo.
«Los trabajos se centran en evitar la proliferación de esta especie invasora en los hábitats donde normalmente se reproducen las cotorras», detallaron. Este diario ha corroborado que ya hace tiempo que se las ve por la ciudad.
Una cotorra argentina en su nido, fotografiada esta semana en una palmera ubicada en la zona del Palacio de los Deportes de Cartagena. / Iván Urquízar
En el caso del Consistorio capitalino, en 2022 el equipo de Gobierno (entonces encabezado por el socialista José Antonio Serrano) anunció que pondría en marcha un plan de control de la especie. Al año siguiente recuperó el bastón de mando el popular José Ballesta, y desde su equipo indicaron a este diario que «no hay problemas de salud asociados» a estas aves, de las que «no se ha detectado un aumento» en los últimos años, sin precisar desde cuándo.
Lo que sí hay, admitieron desde la Glorieta, es «molestias por los ruidos» que emiten las cotorras. «Hay nidos en el Malecón y en La Arboleja, y hemos recibido una queja de Rincón de Seca, que vamos a verificar, tras una visita», detallaron fuentes municipales.
No se sabe cuántas hay
Rubén Vives, portavoz de Ecologistas en Acción en la Región, comenta que estos animales «están en expansión, sobre todo en las zonas de costa» de la Comunidad, las cuales «están colonizadas» por las cotorras invasoras.
Sin embargo, «no hay un censo, no hay datos» y se desconoce cuántos ejemplares viven en la Comunidad, destaca Vives. En su opinión, para las cotorras «debería de haber un plan de control y erradicación, pero en la Región no hay ninguna especie invasora que lo tenga, ni plantas ni animales».

Un operario pone a punto una palmera en la ciudad de Cartagena. / Ayto. Cartagena
Tiene claro que «la Consejería debería hacer un estudio» sobre estas ‘usurpadoras’, aunque «ni lo tenemos ni se le espera». Debido a esta falta de datos, «no se sabe con certeza» qué daño han hecho ya las aves, las cuales «supuestamente, afectan a otras, les quitan el alimento».
Afecta a los quirópteros
«También afecta a los murciélagos, por ocupación del espacio», comenta el ecologista, que especifica que los quirópteros «se refugian en palmeras y en cortezas de árbol», algo que no pueden hacer si la planta está ocupada por las cotorras argentinas.
Vives significa que las invasoras «están en zonas urbanas, pero no las ves en espacios naturales: en Calblanque no están».
Insiste en reclamar «un plan de control a nivel regional», dado que estas aves «han venido para quedarse» y «es muy difícil su eliminación». «Requiere muchos recursos, económicos y humanos», deja claro el ecologista.
Sin depredador y con recursos
La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) y la de Kramer (Psittacula krameri) son un símbolo que representa el fenómeno de las especies invasoras, al menos en las ciudades.
Se han expandido gracias a las liberaciones voluntarias o involuntarias de individuos desde jaulas en las ciudades, donde vivían como mascotas. Sin embargo, ésta no sería la única explicación, ya que estas cotorras han colonizado nuevos lugares en la Península después de 2005, cuando la comercialización de estas especies ya estaba prohibida en Europa.
Se aprovechan de la falta de depredadores en las ciudades para sobrevivir y reproducirse con éxito y aprovechan gran variedad de recursos para alimentarse. Joan Lluís Ferrer.